sábado, 10 de septiembre de 2016

 ¡VIVA EL BICENTENARIO!.... ¿De qué?

                        Esta entrada es una digresión del tema del Blog: Tengo una cuenta en STEAM, que abrí cuando compré Napoleon Total War. Como su nombre lo dice, es un juego de estrategia de la época napoleónica, en el que debes conquistar territorios y dominar a tus enemigos. La simulación es simple, pero las batallas son fenomenales: La gráfica es soberbia, los uniformes variados y atractivos y el aspecto del campo de batalla muy reales. La Inteligencia Artificial es un  poco predecible, pero los efectos de las armas y del entrenamiento de las tropas, que se desbandan al recibir cierto grado de atrición producen resultados bien convincentes. A veces preparo un par de escenarios o juego alguna batalla histórica para no tener que instalar mi terreno de juego y hacer un wargame “real”. Pues bien, un día STEAM hizo una oferta irresistible: Men of War, Assault Squad II a menos de $ 5.000… Como mi interés en la WWII está siempre vigente y los gráficos se veían prometedores, lo compré… y estuve jugando 2 semanas sin parar!!. Las misiones son variadas y hay más de 400 medallas por ganar, sin embargo, en un escenario de alemanes contra rusos la carnicería no termina  nunca. Los rusos atacan en hordas y los alemanes tienen recursos ilimitados y… terminé ganando el escenario, pero con una sensación de desagrado que ya conozco… ya les he comentado mi conflicto entre honrar la memoria de nuestros antepasados y el horror de la guerra… pues bien, ¡tuve suficiente de horror!. En los días siguientes no podía ni mirar mis miniaturas, ni menos pintarlas, me entretuve un poco preparando algunas piezas de terreno, pero nada muy activo, hasta que un día un amigo me convidó a una sesión filatélica.
                        La filatelia (a mis alumnos tuve que explicarles de que se trata) y el ajedrez fueron mis pasatiempos, no bélicos de mi infancia y principios de adolescencia. Alcancé a tener una buena colección de sellos de Chile hasta 1974, pero la abandoné hasta que en 1994 la retomé (no recuerdo el motivo), para volver a abandonarla a los pocos meses.
                        Como me estaba sobrando tiempo libre, acepté la invitación y desempolvé mis álbumes, clasificadores, sobres con repetidos, lupa y pinzas y tuve una agradable sesión, en la que me di cuenta de que, a pesar de que nadie manda cartas, en Chile se siguen imprimiendo estampillas, alcanzando a la cifra de 2.545 al año 2015 (un tercio, es decir poco más de 800 se imprimieron de 1853 a 1972, el resto en 43 años… es una locura) por lo que actualizar mi colección me va a tomar muuucho tiempo. En el sitio: http://www.chilecollector.com/index.html, se puede descargar un álbum y hay bastante información para el que se interese. A mí me gusta coleccionar sellos usados, para mí el valor histórico supera al filatélico, por lo que mi tarea será más difícil, por ejemplo, ¿alguien ha recibido una carta con estampillas en los últimos 10 años?
                        Bueno, lo que les quería contar es que imprimiendo las páginas del álbum, me encontré con los sellos que se imprimieron para celebrar el Bicentenario de nuestra Primera Junta Nacional de Gobierno, lease: La Primera Manifestación de Madurez Cívica de la Nación Chilena… Francamente no podía creer la que estaba viendo; pero mejor lo dejo a criterio de ustedes:
                        El 2009, preparándose para celebrar el Bicentenario, correos de Chile organizó un concurso de pintura para estudiantes. Dentro de los premios, estaba el hacer un sello con los ganadores:
                        El mismo año se imprimió una serie en conmemoración a la serie: “Centenario de la Independencia Nacional” de 1910:
                         Ya en 2010, se le pidió a tres premios nacionales de arte que “pintaran el bicentenario”: Estas son sus obras “conmemorativas”:
                        Las fuerzas armadas también tuvieron su espacio: El Ejército de Chile arrinconó un retazo del cuadro de Subercaseaux de la batalla de Maipo. La Armada llevó sus recuerdos solo hasta 1910.

                        Parece que el “Bicentenario” se celebró en el mismo tenor en toda América, al menos hubo una regata…
                        Algunas ciudades aprovecharon de hacer propaganda turística… incluso las que no pertenecían a la Capitanía General de Chile:
 

                        Gracias a la filatelia, ahora, en septiembre de 2016, supe que existió un Grupo Bicentenario, constituido en 2007 por representantes de los países latinoamericanos, destinado a coordinar las actividades de celebración del bicentenario…
                        Por último, relacionado con el tema están estos dos sellos… penosos (La pechera y collarín del uniforme de McKenna son negros, pues es el uniforme de capitán de ingenieros), pero, al menos orientan a su relación con la Gesta Emancipadora:
                        Entre 2009 y 2010, la empresa de Correos de Chile sacó a circulación, bueno, al menos imprimió, noventa y ocho ¡98! Sellos, de ellos 48 relacionados con el Bicentenario. Salvo en la reimpresión de los sellos del Centenario, en ninguno de ellos aparecen las palabras independencia, Primera Junta, libertad, emancipación, ni nada que de una idea a un extranjero de qué aniversario se está hablando. Tampoco hay ninguna imagen que estimule una mayor investigación del tema (función cultural clásica de la filatelia) a algún compatriota con inquietudes intelectuales. Al menos a mí, la filatelia, con este despliegue de colorido sin significado, me ha reafirmado la impresión que tenía y que me impulsó a escribir la “Crónica Militar de la Patria Vieja”.

domingo, 4 de septiembre de 2016

LAS OTRAS BANDERAS REALISTAS
                        Después de haber especulado respecto a los estandartes de los batallones chilotes, creo que corresponde seguir tratando de reconstruir las banderas de los otros batallones realistas que combatieron durante la Patria Vieja. Por desgracia, también en este tema deberemos dejar un amplio margen a la especulación, interpretación e imaginación.

Batallón Concepción: Oficialmente se denominaba “Batallón de Chile” y su bandera, capturada en la batalla de Maipo se conserva (espero) en el Museo Histórico Nacional de Santiago. Años atrás encontré esta fotografía del original en algún sitio de internet cuyo nombre se perdió entre los múltiples cambios de archivos obligados por los cambios de computador (obligados por el avance tecnológico). Se puede apreciar que los escudetes muestran el nombre de Chile, en vez del escudo de la ciudad de Concepción. A juzgar por los bordes de la bandera, la foto muestra el reverso y no podemos saber si la otra cara o anverso es similar o despliega el escudo real de Carlos III (el mismo de Carlos IV y Fernando VII).
Bandera del Batallón Chile, también lla mado Concepción o Fieles de Fernando VII
Escudo de la ciudad de Valdivia
Batallón Valdivia: De esta bandera no he encontrado rastros… Lo más probable es que haya sido destruida por el ejército de Los Andes en el campo de batalla de Chacabuco, donde fue aniquilado este batallón. Sin embargo, que no tengamos datos de su destino, no significa que no haya existido. Debemos recordar la importancia de los estandartes en los cuerpos armados de la época; incluso las unidades de nueva formación debían disponer de una enseña que representara al Rey para jurarle lealtad. Al respecto Quintanilla refiere la jura a la bandera al reunirse, con su escuadrón de Carabineros de Abascal, con el brigadier Osorio en Talca al inicia de la campaña de Rancagua. Los carabineros eran un escuadrón de milicias y se había formado unas semanas antes y tenía un estandarte. Por lo tanto es seguro que un batallón formado en 1758 debía contar con su pabellón. ¿Qué características tenía?. Indudablemente la cruz de Borgoña estaba presente y debía tener un diseño similar a la del estandarte del batallón Chile. En los cantones sin duda se desplegaba el escudo de la ciudad de Valdivia, pero sin el yelmo y hojas (incluidos en memoria al escudo de armas de Pedro de Valdivia), para permitir la coronación de los escudetes con la corona ducal de reglamento.
                        Estos elementos mínimos se podrían complementar con el escudo real, que en este caso debiera ser el de Fernando VI en el anverso. También existe la posibilidad que, por ser un regimiento de un único batallón, adoptara una fórmula similar al batallón Chiloé comentado en una entrada anterior, con el escudo de Fernando VI sobre la cruz de Borgoña.

Batallón Talavera: Esta bandera fue capturada en Chacabuco y enviada a Buenos Aires por San Martín, pero luego, el Director Supremo Martín de Pueyrredón la donó (a petición del propio San Martín para agradecer la participación de los soldados de San Juan en la reconquista de Chile)) al pueblo sanjuanino. Llegó a la ciudad de San Juan el 7 de mayo de 1817 y fue depositada sucesivamente en la casa Consistorial, templo de San Agustín, altar de Nuestra Señora del Carmen y, finalmente, en la Catedral de donde desapareció en el año de 1871… en 1892 reaparece en manos del obispo José Achával, quien la entregó al Museo Histórico Nacional de Buenos Aires. En el año 2000 el Senado argentino aprobó su vuelta a San Juan, permaneciendo en la Celda de San Martín hasta el 22 de mayo de 2007, fecha en que se trasladó al Regimiento de Infantería de Montaña 22, donde permaneció hasta el 8 de febrero de 2013, siendo depositada definitivamente en la sala sanmartiniana del Centro Cívico de San Juan.
 
La bandera del Talavera en el RIM 22 LINK
                       Viendo esta bandera, tanto en las fotografías del original, como en su reproducción del libro de Mario Luqui-Lagleyze, no deja de llamar la atención lo… atípico de su diseño, que hace surgir dudas respecto a su origen (dudas que son fomentadas por su desaparición de 1871 a 1892).


                          En primer lugar debemos considerar que el batallón Talavera se formó como parte del regimiento Victoria y que solo fue elevado a la categoría de regimiento a su salida hacia Talcahuano, cuando se inició la formación de un segundo batallón en Perú. Por lo tanto, de ser original, esta bandera se construyó en el Perú, ya que lleva la inscripción “Regimiento de infantería de línea Talavera primer batallón”, lo que es improbable, pues significaría que el batallón salió de España sin bandera. En segundo lugar la cruz de Borgoña está evidentemente cosida con retazos de tela roja de distinta calidad y carece de los escudetes en las esquinas. Tanta desprolijidad en una unidad peninsular que se jactaba de su superioridad ante los americanos es… improbable y, si consideramos que el coronel del batallón era el orgulloso y puntilloso Maroto… es Imposible!. En tercer lugar, el escudo real (bordado en plata, pero cosido sobre el campo blanco de la bandera) no es el escudo de ordenanza de Carlos IV, sino que el escudo simplificado de España que ostentaban normalmente los estandartes de caballería…

                        Yo dudo de la originalidad de esta bandera, pero mientras no haya un estudio serio, los wargamers, recreacionistas y demás interesados debemos aceptarla e incluirla en nuestras actividades. Para terminar, una última especulación. Yo creo que la bandera del Talavera fue destruida, al igual que la del Valdivia en Chacabuco y que La bandera enviada por San Martín a Buenos Aires fue reconstruida con los retazos que se pudieron salvar. Es posible que el escudo central y los escudetes laterales sean los del estandarte de los Carabineros de Abascal o los Húsares de la Concordia. En todo caso, los leones con los dos mundos entre sus garras era un emblema común a varias unidades realistas que luchaban en América. Otra posibilidad, claro que mucho más arriesgada y que implica mala fé, es pensar que la bandera original esté aún en manos de un particular y que esta burda reproducción se haya construido durante el período de su desaparición… Polémico, pero eso es lo que hace la historia entretenida.

domingo, 31 de julio de 2016

EL REGIMIENTO VICTORIA Y EL BATALLÓN TALAVERA.-

                        En una entrada anterior (Banderas Chilotas) mencioné que la bandera capturada a los realistas en la batalla de Cerro Pasco correspondía a la bandera coronela del regimiento de Voluntarios de Castro, que había pasado a integrar el segundo batallón del regimiento Talavera. Mi intención era en otra entrada hablar sobre la que se considera es la bandera del Talavera y empecé a buscar referencias, entre las que, obligadamente, se encuentra la magna obra de Clonard. Pues bien, la historia que encontré me pareció tan entretenida, que no pude dejar de resumirla para compartirla en este Blog.
                        El batallón Talavera se formó como el segundo batallón del regimiento Victoria, cuya historia comienza en 1704 en la ciudad de Vitoria, con la formación de un tercio de 500 hombres de la diputación de Alava, pero solo en 1707, el Tercio de Alava recibe el nombre de Regimiento de Victoria. En 1715 es disuelto, pasando su primer batallón al regimiento de Lisboa y el segundo al regimiento de Saboya.
                        En 1794 es recreado en Madrid, pasando a constituir parte de la guarnición de Cádiz con el nombre de Granaderos Voluntarios de Estado. Su composición fue variando hasta que en 1799 consta de 3 batallones con 5 compañías de granaderos cada uno.
                        En 1802 se suprime el nombre de granaderos y pasa a denominarse regimiento de línea Voluntarios de Estado. Desde 1797 hasta la paz de Amiens en 1803 el regimiento se divide en piquetes de infantería que sirven en los barcos de la armada. Reunificado, el regimiento pasa a guarnecer la plaza de Ceuta participando en la lucha contra los moros hasta 1806, en que es destinado a la guarnición de Madrid.
 
Escudete del Regimiento Victoria. 
                       Durante los sucesos del 2 de mayo de 1808, el coronel del regimiento, marqués de Casa-Palacio acuartela a sus hombres, pero dos compañías luchan junto al capitán Pedro Velarde en la defensa del parque de artillería de Monteleón. El resto del regimiento desertó para reunirse en Galicia y seguir la lucha.
                        En el Ferrol se inicia la tercera recreación del regimiento bajo el nombre de Voluntarios de la Victoria con 1200 hombres (junto a los fugados de Madrid formaron presidiarios  con “condena limpia” y oficiales de la armada) divididos en dos batallones. Estos batallones sufrieron la suerte de los ejércitos españoles durante la guerra peninsular, siendo reformado con reclutas de las distintas regiones de España, luchando con distinción hasta la batalla de Toulouse el 10 de abril de 1814 con 742 plazas.
                        Las bajas habían reducido al regimiento a un único batallón desde 1809. Cuando ya la derrota de las fuerzas de Napoleón parecía incontrarrestable, a fines de 1813, se comenzó a formar el segundo batallón del regimiento Victoria en el arsenal de la Carraca. Desde un comienzo se pensaba destinarlo a ultramar y se le dio el nombre de la batalla de Talavera, pero se continuó considerando como el segundo batallón del regimiento Victoria. En este punto, la historia sigue dos caminos (y pronto seguirá tres) que se tomarán por separado, aunque son contemporáneos:
                        El primer batallón se embarcó en Cádiz el 7 de febrero de 1815 junto a la expedición del general Morillo con destino a Costa Firme (Venezuela), siendo su coronel Miguel de la Torre, quien lo dirigió brillantemente durante las campañas de la guerra de independencia de la Gran Colombia hasta junio de 1818, cuando el batallón es desmovilizado para reforzar otros cuerpos.
                        El segundo batallón del Victoria, o batallón Talavera llega al Callao en mayo de 1814, dejando 2 compañías en Lima, el grueso se embarca hacia Talcahuano y dará el golpe de gracia a la Patria Vieja chilena, manteniéndose de guarnición en Chile hasta su destrucción en la batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817. Sin embargo, con esto no desaparece el nombre Talavera: Las dos compañías que permanecieron en Lima, formaron, con recluta local el segundo batallón del –ahora- Regimiento Talavera, a las órdenes del teniente coronel Vicente Gonzalez. Si bien en América se conoce como segundo batallón de Talavera, en realidad se trata del tercer batallón del regimiento Victoria. En septiembre de 1818 el Talavera recupera el nombre de Victoria, pasando su segundo batallón (reformado con los restos del primer batallón que volvieron con Maroto de Chile) a constituir su primer batallón y el tercer batallón (reforzado con los Voluntarios de Castro llevados al Perú por el coronel Rodriguez Ballesteros) a formar el segundo batallón del regimiento Victoria Expedicionario… Efectivamente, debemos agregar el adjetivo expedicionario para distinguirlo del Victoria Peninsular (este es el tercer camino).
                        En febrero de 1815 en las plazas de Santander y Santoña se formó el regimiento gemelo peninsular del Victoria con tres batallones provenientes de los regimientos Plascencia, Tiradores de Cantabria y Voluntarios de Navarra. El regimiento Victoria peninsular cumple funciones de guarnición en diversas localidades hasta el inicio de la guerra civil en 1820, en cuyos combates va desgastándose hasta su desmovilización en 1823.
                        Hemos de concluir las historias de los dos batallones expedicionarios: El primer batallón (ex segundo del Talavera) fue aniquilado en la batalla de Pasco en 1820, pero sus restos fueron reforzados en Lima y en 1821 se embarca a Quito, luchando hasta la derrota de Pichincha. Los sobrevivientes se embarcaron hacia España, fundiéndose con los dos batallones del gemelo peninsular (en 1821 se concentran sus tres batallones en dos) que guarnecía el puerto de la Coruña en 1822. En tanto, el segundo batallón (ex tercero del Talavera) siguió la suerte de los restos del ejército de La Serna en Ayacucho en 1824.


                        En este cuadro se resume, espero que en forma clara, la evolución de los distintos batallones que sirvieron bajo el nombre de Victoria. Debo dejar en claro que Clonard en el tomo XI de la “Historia orgánica de las armas de infantería y caballería” no profundiza la actividad del primer batallón del Talavera en Chile. Menciona que se traslada del Callao a Talcahuano y de ahí establece que Regresa con Maroto a Arica… Aunque no menciona la destrucción del primer batallón del Talavera en Chacabuco, sigue el derrotero de los dos batallones restantes (segundo y tercero del Talavera) como segundo y tercero del Victoria, título que solo adquieren en septiembre de 1818.

lunes, 20 de junio de 2016

LA CAPTURA DE JOSÉ MIGUEL CARRERA:
                        El 4 de marzo de 1814, el excomandante en jefe del ejército independentista, brigadier José Miguel Carrera Verdugo y parte de su comitiva fue capturado por una guerrilla realista. Los eventos que lo llevaron a entregar el mando del ejército al coronel O’Higgins y su salida de Concepción han sido ampliamente debatidos por los historiadores, para demostrar las condiciones sociopolíticas de este periodo de la historia de la lucha por la independencia de Chile. Sin embargo, no se han destacado los numerosos relatos que nos entregan un interesante cuadro del aspecto que tenía la confusa guerra de guerrillas que asolaba la provincia de Concepción desde el levantamiento del sitio de Chillán. Este es el momento y el sitio adecuado para extendernos al respecto:
                        El 1º de febrero de 1814 Carrera emitió una Orden del Día en que informaba al ejército del cambio de mando y ordenaba a oficiales y soldados reconocer a O’Higgins como nuevo comandante en jefe. Este llegó a asumir el cargo al día siguiente, pero no fue capaz de impedir que la descomposición moral y disciplinaria del ejército precipitara las deserciones y la división de la oficialidad en dos bandos antagónicos. El 15 de febrero Carrera consideró completados todos los trámites administrativos de la entrega de mando e inició los preparativos para volver a Santiago, acuciado por las cada vez más frecuentes muestras de hostilidad por parte de la oficialidad anti-carrerina, que le hacían temer un atentado contra su vida.
                        El 2 de marzo el depuesto general junto a oficiales, clérigos y civiles carrerinos, acompañados por sus ordenanzas y sirvientes, marchaban en dirección a Penco, con la intención de tomar el camino de la costa hasta Talca y de ahí continuar hacia Santiago. Esta era la única vía factible, pues las guerrillas realistas, asentadas en Chillán, dominaban todo el valle central de la provincia de Concepción. Así y todo, el camino a seguir era inseguro y se unió a la comitiva el alférez José Ignacio Manzano con 23 dragones.
                        En su Diario Militar, Carrera menciona que le acompañaban las siguientes personas: El coronel Luis Carrera; coronel Estanislao Portales; capitán Diego José Benavente; capitán Juan Morla; Vicente Garretón; Toribio Rivera; Manuel Lastra; Rafael Freire; teniente Servando Jordán; Manuel Jordán; Bernardino Pradel; Bonifacio Victoriano; Mariano Benavente; Cirilo Cárdenas; Bartolo Araos; Juan José Fontecilla (todos los anteriores militares, no tengo constancia clara de sus grados en esa época, por lo que no menciono los desconocidos); fray Juan Pablo Michilot; fray Francisco Solano; secretario Vicente Aguirre; Hipólito Toro; José Hurtado; José Gaete; Calixto Gaete; Marcos Trigueros. Los ordenanzas: José Condé, José Uribe, Jorónimo Peredo, Pedro Valencia, José Cornejo, Juan Araya, Nicolás Santana, Benito Vial y José Luis (no menciona apellido). Además de criados, asistentes, arrieros y los dragones del alférez Manzano.
                        Por estar enemistado Carrera con Ramón Torres(1), comandante de la plaza de Penco, la comitiva pernoctó en el pueblo viejo, en las casas y molino de Pedro Nogueira y las numerosas cargas del equipaje se depositaron en la capilla. Al día siguiente tuvieron noticias de que guerrillas realistas cubrían el paso del Itata y decidieron mandar espías a verificar la posibilidad de seguir viaje. Mientras esperaban el regreso de estos emisarios, los Carrera y varios miembros de la comitiva regresaron a una fiesta a Concepción. 
Este Plano de Penco corresponde a 1712, pero sirve para imaginarse aproximadamente el terreno donde ocurrieron los hechos (actualmente Penco es una ciudad mediana). El fuerte (marcado en el mapa "B") tenía el tamaño de 1/2 cuadra. Es probable que el molino de Nogueira estuviera ubicado en la manzana entre el río y la manzana marcada "C", ya que está al lado del río (fuerza motriz de los molinos de la época) y el antiguo convento de los jesuitas (donde estaba la capilla en que se guardó el equipaje)

                         En su Diario Militar Carrera plantea la posibilidad de que el despliegue realista estaba destinado a capturarlo, debido a que sus enemigos en Concepción habían informado a Gaínza de su partida; sin embargo, la realidad era distinta:
                        El Brigadier Gabino Gaínza, luego de tomar el mando del ejército realista en Chillán, se dirigió al campamento de Quinchamalí, donde se concentraba el grueso de sus fuerzas. En esta posición recibió el informe de que O’Higgins había salido de Concepción para reunirse con Mackenna en Membrillar. Para impedir esta unión, ordenó al coronel Clemente Lantaño que con 600 hombres y 2 cañones saliera a interceptarlo. Al día siguiente de su partida Lantaño supo que el informe era falso y se lo comunicó a su general, quien le ordenó desplazar su división a Coelemu. Llegando a esta localidad, se supo de la salida de Carrera de concepción y se decidió intentar capturarlo con un golpe de mano. Para tal efecto, Lantaño ordenó al comandante Barañao que con la caballería siguiera el camino de la costa, mientras él seguía con la infantería por el camino real hacia Rafael. En este pequeño villorrio, un español de Penco, de apellido Vidal les indicó a los realistas que Carrera seguía en Penco y Lantaño pensó en suspender la aventura, sin embargo, el teniente Lorenzo Plaza de los Reyes le instó a persistir, para esto se dividió la fuerza en 3 agrupaciones. Dos de 50 hombres a cargo de Lantaño y reyes, con la misión de atacar penco y capturar a Carrera respectivamente. El resto de la infantería permanecería en Rafael a las órdenes del coronel Tomás Plá.(inició la campaña como teniente y comandante del cuerpo de artillería de Chiloé).
                        Plaza de los Reyes refiere como se formaron las partidas que marcharían contra Penco y Carrera: “Esos debían ser voluntarios. Por eso hicieron reunir sus tropas y después de manifestarles que querían hacer una expedición sin anunciarles de qué género, todos los individuos de San Carlos se presentaron, mientras que no hubo más de tres del Real de Lima… De todos estos soldados, Reyes tomó 50 sin escogerlos. Después tenía necesidad de dos oficiales: todos los venidos de Chiloé se presentaron, mientras que no hubo uno solo de los del Real que se excusaron diciendo que el clima les hacía mal.”(2)
                        Apresurando la marcha (incluso no se permitió al cura que los acompañaba diera la absolución a la tropa), antes del amanecer Lantaño comenzó a atacar el fuerte de Penco, mientras Plaza de los Reyes, guiado por Vidal, se aproximaba en silencio hacia el alojamiento de la comitiva de Carrera.
                        Carrera y sus amigos habían iniciado el regreso de su tertulia en Concepción a las 3 de la mañana del 4 de marzo y acababan de acostarse cuando los realistas iniciaron el ataque. A pesar de que Plaza de los Reyes dio orden de acercarse en silencio, a un soldado se le escapó un tiro y la sorpresa se convirtió en ataque frontal. Los ordenanzas intentaron defenderse, pero fueron rápidamente reducidos, murieron Araya, Uribe, José Luis y el estafeta de apellido Román, quedando 7 individuos más heridos. Los dragones estaban acampados en las afueras del pueblo para permitir pastar a la caballada y corrieron en dirección de los disparos, pero fueron rápidamente dispersados al caer mortalmente herido el alférez Manzano (falleció al día siguiente en Concepción).
                        Una vez terminado el corto tiroteo y con los independistas que no pudieron huir rendidos y desarmados, un hijo de Dámaso Fuentealba (guerrillero realista fusilado junto a su yerno y sobrino) intentó dispararle a Luis Carrera, pero un voluntario de Castro y un cabo chilote de apellido Marzan cubrieron a los prisioneros con sus cuerpos hasta que llegó Plaza de los reyes (cuyo hermano también había sido ajusticiado por orden de Carrera) imponiendo el orden.
                        La partida realista con sus prisioneros (José Miguel y Luis Carrera, coronal Estanislao Portales, Teniente Servando Jordán, Vicente Aguirre, José Condé, sargento Yacotar, José Miguel Cornejo, Marcos Trigueros y un negro cocinero) y se unió a Lantaño y luego de mantener el fuego contra el fuerte de Penco por un momento se retiraron: Plaza de los Reyes con los Carrera y algunos prisioneros más se dirigieron inmediatamente a Rafael, Mientras Lantaño montaba al resto de los compañeros de Carrera y recogía el equipaje guardado en la capilla. Barañao, recién llegado a Penco, mantenía al fuerte de Penco en observación.
Mapa de GoogleEarth, editado con Photoshop. Se conservan las numeraciones de las carreteras actuales para orientación si se desea recorrer la zona y comprobar lo montuoso del terreno (más fácil es revisar la imagen con mayor acercamiento en GoogleEarth). Las banderas marcan el campamento de Membrillar (independentista) y Quinchamalí (realista). En líneas cortadas azules las aproximaciones a Penco de Lantaño y  Barañao (camino de la costa). En línea punteada el recorrido de los prisioneros hasta Quinchamalí. La línea punteada verde es la probable ruta de los Infantes de la Patria, los sables cruzados marcan su encuentro con los hombres de Plá.

                        Mientras, en Rafael, el coronel Plá (Plaza de los reyes le da el grado de coronel de granaderos) hacía una salida para enfrentar a una partida de 50 infantes de la patria que habían desertado de Concepción para unirse a Carrera en su retirada a Santiago. Los independentistas solo cargaban las municiones de sus cartucheras, por lo que el combate fue de corta duración y sin consecuencias, volviendo Plá a Rafael para recibir a los prisioneros.
                        Informado Gaínza del éxito de la expedición, ordenó que Lantaño se retirara a Coelemu, mientras enviaba al comandante Pedro Asenjo con 200 soldados a escoltar a los prisioneros hacia su campamento en Quinchamalí. El 5 de marzo Carrera era conducido frente al general realista que lo recibió “…sentado y con un sombrero de paja muy grande calado hasta los ojos; delante de él estaba una pequeña mesita y ¡la vela puesta en una cáscara de sandía! Tomamos de su orden asiento en unas petacas y apuntó nuestros nombres.”(3) Luego de una conversación intrascendente, se destinó a los hermanos Carrera a una carpa abierta, rodeada por 5 centinelas. Durante la noche se alarmó el campo dos veces, al grito de “¡A las armas!”. Aparentemente, los realistas, desconociendo las pasiones políticas en el bando independentista temían que la división auxiliar acampada en el campo del Membrillar intentara rescatar a los prisioneros y el alférez Cueto, jefe de la guardia tenía orden de fusilarlos si se desencadenaba un ataque independentista. Obviamente todas fueron falsas alarmas, pasado el temor, Gaínza destino una pequeña escolta de 4 fusileros y algunos lanceros para trasladar a los dos hermanos Carrera a Chillán el 7 de marzo, donde permanecieron hasta su fuga el 13 de mayo.
                        Es interesante destacar la diferencia de esta escolta, con la que resguardó a Carrera desde Rafael a Quinchamalí, formada por un coronel y 200 fusileros. Es evidente que Gaínza cayó en cuenta que su presa era más valorada por los realistas que por los independentistas. Este hecho queda también en evidencia en las opiniones de los historiadores españoles (Rodriguez Ballesteros y Torrente) que, a diferencia de los chilenos (con la obvia excepción de Diego Benavente) consideraban a José Miguel Carrera como el principal impulsor del esfuerzo bélico independentista.
                        Los hechos parecen apoyar la impresión realista, pues después de Quechereguas, O’Higgins y McKenna acataron la orden de la Junta de negociar con Pareja (negociaciones que terminaron con el tratado de Lircay) en vez de destruir al ejército realista prácticamente inerme en Talca.
                        Por último, si miramos más allá de la participación de los protagonistas, si pensamos en el teatro de operaciones, los eventos descritos nos permiten imaginar el inmenso sufrimiento que debió soportar la población de la provincia de Concepción.
                        Basta pensar que los ejércitos combatientes vivían del terreno; imaginen ustedes a tres cuerpos realistas con un total de más de 200 hombres desplazándose a su voluntad entre Coelemu y Penco… debían comer y alimentar a sus caballos… solo algunos oficiales impedían que se violara a las mujeres o que se despojara a los campesinos de las pocas pertenencias que les habían dejado otras partidas de soldados. No había más ley que la impuesta por las armas, y esta ley nunca es justa… Las pocas cosechas que no habían sido destruidas eran arrebatadas por las partidas de soldados de uno u otro bando que recorrían caminos y campos. No es difícil imaginar que los 50 desertores independentistas tuvieran una conducta similar… quizás peor, considerando la nula disciplina que su condición hace suponer… Y el drama solo estaba comenzando; aún faltaban 10 años más de guerra…

Notas:
(1): Oficial español (de origen andaluz) capturado en la fragata Thomas y que Carrera, a instancias del cónsul Joel Poinsett empleó conservando su rango. Sin embargo, Torres pronto tomó partido por los enemigos de Carrera.
(2) Conversaciones históricas de Claudio Gay. Ed. Andrés Bello 1965 (pag. 31-34)

(3) Diario de José Miguel Carrera. Ed. Quimantú 1973 (pág. 161-168)

sábado, 21 de mayo de 2016

LAS BANDERAS CHILOTAS:
                        Los estandartes siempre se desplegaron en los campos de batalla para marcar la posición de comandantes o determinadas agrupaciones militares. Por lo general, indicaban a los soldados donde estaba el centro de la línea de batalla y hacia donde tenían que dirigirse en caso de desorden, avance o retirada. En consecuencia, la captura del estandarte por el enemigo significaba que la unidad había dejado de existir como fuerza combatiente y constituía un importante trofeo, prueba del valor y eficacia combativa de quienes lo arrebataban al enemigo. Con la desaparición de la pica a comienzos del siglo XVIII y la flexibilización de las formaciones, constituyendo batallones más pequeños y manejables, las enseñas regimentales pudieron reducir su tamaño y emplear diseños menos vistosos, pero más significativos.
                        Fernando VI firmó en 1768 un decreto en el que se regulaban las dimensiones, características y número de estandartes del ejército español. Las banderas debían ser cuadradas de 1,4 mts de lado (2 cms. en escala 1:72…por si acaso), de color blanco. Una bandera por batallón. Los regimientos de infantería asignaban la bandera principal, o coronela al primer batallón; el segundo batallón (y tercero si lo había) portaba la bandera sencilla, ordenanza o batallona. La coronela tenía el escudo real al centro y, escudetes (escudo de la ciudad de origen del regimiento) en los 4 cantones. La sencilla era similar, pero en vez del escudo real, al centro desplegaba la cruz de borgoña. Esta norma general, en la práctica estaba supeditada a la interpretación de los coroneles de cada regimiento, por lo que los diseños eran variados… Y aquí empieza nuestra historia.
                        Esta bandera aparece en el libro “Banderas de España”, de José Calvo y Luis Grávalos (Ed. Silex 1983) y ha sido erróneamente catalogada como la bandera del batallón Voluntarios de Castro. Al parecer se encuentra en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, aunque no he podido determinar en que batalla fue capturada por las fuerzas independentistas.
                        Se atribuye a los Voluntarios de Castro debido a los escudetes que justamente son los correspondientes a dicha ciudad (el escudo actual ha reemplazado los leones en gules –rojo- de castilla por archipiélagos en sinople –verde-), sin embargo llama la atención que el escudo real sea el correspondiente a la casa de Borbón durante los reinados de Felipe V a Fernando VI, es decir desde 1700 a 1759; además, este escudo esta sobrepuesto sobre la cruz de borgoña, a la usanza de los regimientos de un solo batallón, como los de infantería ligera. Por lo tanto, este estandarte corresponde a la bandera del BATALLÓN DE INFANTERÍA LIGERA CHILOE o Veterano de San Carlos, capturada en la batalla de Chacabuco.
                        Los elementos que permiten hacer esta afirmación son los siguientes: Las compañías de infantería veterana de Chiloe existían desde mediados del siglo XVII y se reconoció su estatus en 1753, aunque no pudieron constituirse en batallón, por precariedades económicas hasta 1801, Siempre se consideró como batallón de infantería ligera. En tanto las milicias de Chiloé estuvieron organizadas en compañías (hasta 38) y solo se constituyeron como regimiento de 3 batallones en 1791, bajo el reinado de Carlos IV, cuyo escudo era el instaurado por Carlos III. Las diferencias están a la vista en la siguiente figura.
                        Por lo tanto, la bandera corresponde a una unidad de un solo batallón, organizado como infantería ligera y formado antes de 1759 en la ciudad de Castro de Chiloé, que era la UNICA ciudad del archipiélago (todas las otras eran solo villas según la nomenclatura urbanística de la época y, en consecuencia, sin derecho a tener escudo de armas). De ahí que, a pesar de tener su asiento en San Carlos de Ancud, el batallón desplegaba los escudetes de Castro, que han motivado la confusión.
                        Entonces, si esa bandera es del veterano de Chiloé, ¿tenía algún estandarte el regimiento de Milicias de Castro?. Creo que la respuesta es SÍ, pero ahora si que las especulaciones son las únicas que guían mi juicio. Ojalá que algún historiador lea esto y se estimule a investigar el tema, que no me atreví a profundizar en la “Crónica Militar de la Patria Vieja”:
                        Luego de años convencido de que la bandera considerada de los Voluntarios de Castro no era tal, un día me encontré con la siguiente bandera:
                       Que también está guardada en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires y que en el libro de Calvo y Grávalos es atribuida a los Dragones de la Frontera de Chile. Obviamente se trata de una bandera sencilla de infantería, buscando la imagen original, resulta que se trata de una bandera capturada en la batalla de Cerro Pasco en 1820, perteneciente al batallón Victoria. Pues bien, este batallón era el segundo batallón del Talavera y fue formado en base a las compañías de preferencia del primer batallón que regresaron de Chile después de Rancagua junto a una compañía de Cazadores de Chile y… los Voluntarios de Castro… Aquí ya tenía todas las alarmas activadas y no pasó mucho tiempo hasta que en el Foro del Gran Capitán encontré esta bandera, que tiene los mismos escudetes que la supuesta bandera de Dragones de la Frontera.


                        Aunque no se describía el origen, estaba junto a otras banderas realistas capturadas en Perú, probablemente en la batalla de Ayacucho, donde combatió un último batallón de Castro.

Esta es la foto del original de la bandera sencilla captura en Cerro Pasco. Nótese que los escudetes están invertidos con respecto a la coronela, lo que hace suponer que se muestra el reverso de la bandera.
                        Por lo tanto tenemos las dos banderas de un regimiento de infantería realista, una coronela y una sencilla. Para determinar a que regimiento pertenecen estas banderas comencé a estudiar los escudetes, de los que, afortunadamente, en el mismo foro aparece un close up:
                        En sus cantones superiores aparecen de izquierda a derecha: El león con cetro, símbolo del Rey; La Asunción de la Virgen, representando a la religión católica y las manos enlazadas que simbolizan la unión del viejo continente con América. Bajo estos, la leyenda: “Por el Rey, la fé y la patria” los valores fundamentales de las tropas americanas realistas, especialmente sustentados por los chilotes. Por último, y lo más significativo: En el cantón inferior una línea de árboles tras de una línea de torreones. Me parece que claramente se simboliza la isla fortificada de Chiloé. Cada torreón es uno de los fuertes o baterías que protegen a la isla, cuya principal fuente de riqueza económica en esa época era la madera de alerce. ¿Es el mío un razonamiento correcto o estoy alucinando?. He tratado de exponer solo hechos que se pueden correlacionar, pero el hilo conductor puede que esté sesgado por mi deseo inconsciente de encontrar las banderas de los bravos defensores del Rey que dejaron sus huesos esparcidos en tierras lejanas a su suelo natal.

 Espero que mentes más jóvenes y ágiles de amigos peruanos y argentinos interpreten, ojalá con las piezas originales a la vista, el origen de estas banderas… Si sus conclusiones apoyan las mías o las descartan definitivamente, les ruego que me lo comuniquen.

miércoles, 18 de mayo de 2016

LA INCURSIÓN DEL TENIENTE MOLINA

                                Para descansar un poco la vista de la pintura de miniaturas, últimamente he estado confeccionando algunas piezas de terreno modulares para darle un poco más de brillo a mis wargames. Siempre he sido muy esquemático con lo que respecta al terreno de mis escenarios, pero a medida que he ido escribiendo entradas para este Blog, me he empezado a preocupar un poco más de la estética (por respeto a Uds. fieles lectores). Y, justamente para evaluar la visual de las piezas confeccionadas armé el siguiente escenario:
                                  Después de la negativa de los chilotes para cruzar el río Maule, el ejército de Pareja comenzo un lento peregrinar por la ribera sur de este río, para salir del terreno montuoso y volver a Linares. Una de las guerrillas independentistas que observaba sus movimientos estaba comandada por el teniente Francisco Molina, de origen catalán y que al mando de un destacamento de 30 húsares nacionales tuvo una activa participación durante la campaña de 1813 (como capitán comandó la defensa de la trinchera oeste en la batalla de Rancagua, pero esa es otra historia... y otro wargame y futura entrada de este blog). El 1° de mayo de 1813, molina se decidió a cruzar el Maule para evaluar de cerca la marcha realista, protegido por los bosques que cubrían las riberas del río. Viendo que practicamente toda la caballería miliciana había desertado y que la retaguardia de Pareja estaba rezagada, decidió dar un golpe de mano para capturar algún ganado y pertrechos al enemigo. La incursión fue todo un éxito y regresó a su campo con vacunos y caballares, aumentando la desmoralización y confusión de los realistas.

Escenario (ESMOSACA): Es un pequeño escenario de 12 x 6 cuadros; al norte una línea de bosques ligeros y densos, al medio el camino que termina en un estero con un vado (este debería estar al oeste, pero, por razones de espacio lo puse al este) representado por una pasarela de troncos.

Orden de Batalla: Independentistas     : 4 bases de húsares
                             Realistas                  : 12 bases del batallón Concepción
                             Ganado                    : 3 bases de vacunos
                                                                1 base de arrieros
                                                                2 bases de mulas (una con arriero)

Reglas especiales: Se activan suscesivamente independentistas, realistas y ganado. Este mueve independientemente guiado por los arrieros que "empujan" una base en su cuadro y 2 bases en un cuadro por delante. No pueden variar su dirección a menos que sean capturados (cargados por los húsares, se rinden sin combatir -los arrieros son civiles-, quedando en desorden; al siguiente turno se alínean en dirección al punto de entrada de la fuerza atacante y al siguiente avanzan en esa dirección a velocidad de infantería). Si no son cargados siguen a la infantería realista, la que puede recuperar el ganado capturado si lo carga antes de salir por el costado norte del campo.

Así se desarrolló la acción:
Despliegue inicial: La columna realista compuesta por el batallón Concepción (240 hombres), seguida por una recua de mulas con su arriero y el ganado vacuno. En el extremo superior izquierdo se ven los húsares entre los árboles de bosque ligero (2 bases por cuadro).

La amenaza que surge a través del bosque

Una borrosa vista desde el otro extremo del estero

Los húsares cargando a través del bosque


Los penquistas avanzan desprevenidos
Los húsares capturan en su primera movida al ganado vacuno. Los soldados realistas tratan de enfrentar la amenaza, pero no pueden formar una línea contínua.

Vista aérea de la captura del ganado realista que queda en desorden (bases dispuestas en sentidos contrarios)

El movimiento automático del ganado: La recua de mulas sigue por el camino, mientras el ganado capturado se ordena en dirección al bosque.

Vista aérea del ganado ya reorientado.


 Molina manda a sus húsares en un ataque frontal contra la mal organizada línea realista. Desgraciadamente para los penquistas, tienen un mal dado de reacción, quedando desordenados frente al ataque de caballería, pierden 3 bases y su test de moral es peor aún: Desbandado... GAME OVER.


                              El escenario fue más corto de lo pensado, así es que tuve tiempo para repetirlo. Esta vez los realistas reaccionan a la carga mejor, recibiéndola en orden, pero su desempeño en la mélèe no es bueno y pierden 4 bases; el test de reacción determina retirada y Molina puede facilmente capturar las mulas y retirarse con su botín... De todas maneras se logra un resultado histórico.

viernes, 29 de abril de 2016

LOS TRES MONTES DE GUAJARDO

                        En el paraje conocido como “Los tres montes de Guajardo” el 7 de abril de 1814 una guerrilla realista comandada por los coroneles Antonio Olate y Clemente Lantaño amenazó la retaguardia del ejército independentista que, bajo las órdenes del coronel Bernardo O’Higgins se preparaba para vadear el río Claro y establecer una posición defensiva que detuviera definitivamente la marcha del brigadier Gabino Gainza contra Santiago.
                        Pensando en recrear este combate, algunos años atrás me propuse estudiar el terreno para diseñar un escenario para ESMOSACA. Aproveché la visita de Fernando Valle para recorrer el camino de Camarico a Cumpeo, que está relativamente cerca de Curicó. La única referencia que teníamos era una descripción que aparece en el Diccionario Geográfico de la República de Chile, escrito por Francisco Solano Astaburuaga y Cienfuegos en 1899:

Guajardo (Montes de).—Alturas bajas del departamento de Talca en su parte del nordeste y allegadas á las últimas faldas occidentales de los Andes. Se hallan cercanas hacia el N. de Cumpeo. No carecen de alto arbolado, y entre ellas se encuentran tierras de cultivo.

                        Siempre que nos juntamos con Fernando no nos falta tema de conversación, así es que no nos dimos cuenta como llegamos a Cumpeo y empezamos a recorrer Pelotillehue…Si!! El pueblo se ha organizado para recrear el pueblo de Condorito, lo que hace muy entretenida la visita, pero nos produjo algo de desazón al imaginarnos que, probablemente, sus habitantes habrían olvidado las viejas tradiciones, volcándose en esta nueva aventura (muy bien lograda por lo demás). Preguntamos y preguntamos… nadie había oído hablar del los Tres montes de Guajardo. Finalmente se reunió una concurrencia de unas seis personas y llegaron a la conclusión de que andábamos busca el sector de Los Montes:
  
Esta es la imagen de Google earth de la ruta Camarico-Cumpeo. Yo puse el nombre de Cumpeo y completé la ruta K51. La flecha roja indica el lugar que sospechamos era los tres montes de Guajardo.
                        Aquí nos falló nuestro conocimiento del lenguaje antiguo; mal interpretamos la frase “…se hallan cercanas hacia el N. (norte) de Cumpeo.” Como que estaban al norte de Cumpeo, que es precisamente donde se ubica el sector de Los Montes. Seguimos por la ruta K-25 hasta una colina, donde nos bajamos y comprobamos (en realidad nos imaginamos) que a la derecha de esta colina había otra más baja y que un bosque de eucaliptus ocultaba el tercer monte.
Ampliación del lugar indicado en la imagen anterior. Las flechas rojas indican los dos montes evidentes y la amarilla el "tercer monte" cubierto por un bosque de eucaliptus.
                         Sin embargo, estábamos equivocados y el error lo vine a descubrir un tiempo después, cuando encontré un mapa que debía haber estado en el Tomo XI de la Historia Jeneral de Chile de Barros Arana. Digo “debía haber estado”, porque en la copia que bajé de internet el mapa que muestra las operaciones militares de 1818 y la batalla de Cancha Rayada fue reemplazado (probablemente error de compaginación) por el mapa Talcahuano y del sitio de Talcahuano de 1818.


Los Tres Montes al sur de Cumpeo.
                         No hay dudas sobre el nombre y su ubicación. Por lo tanto la frase “…Se hallan cercanas hacia el N. (norte) de Cumpeo.” En realidad se debe leer como “Cumpeo está un poco al norte”. Siguiendo los cursos de agua dibujados en el mapa, me parece que la ubicación real de los famosos montes de Guajardo se puede localizar en Google Earth en el siguiente sector:
El contorno blanco muestra el sitio real de los Tres Montes de Guajardo. Cumpeo sale etiquetado como Río Claro.
                        Y poniendo la vista de Google Map, con relieves es más evidente el parecido con el mapa de 1818:
 
Los Tres Montes rodeando la ruta K 247. En algún lugar de este camino, entre los montes y la ruta K 25 se desarrolló el combate.


                        Uno de estos días recorreré la zona para hacerme una idea del terreno y confeccionar un escenario que podría constituir un entretenido wargame.
                        Como la mayoría de los combates de la Patria Vieja, las fuerzas involucradas son escasas, pero la acción es fluida con ataques y contra-ataques. Tenemos una descripción más o menos detallada hecha por el teniente de artillería Nicolás García y por el coronel Benavente (ambas relaciones disponibles en los documentos del Diario de J.M. Carrera). Lantaño (Conversaciones históricas de Claudio Gay) se limita a decir que se atacó muy temprano (que contradice a Benavente) y reconoce la toma y pérdida de un cañón.
                        Según los oficiales independentistas, el ejército de O’Higgins se encontraba en marcha hacia el río Claro y la caballería se estaba terminando su almuerzo, cuando se avistó que el enemigo presionaba la retaguardia de la columna y capturaba algunas mulas. O’Higgins ordenó a 50 granaderos y 2 piezas de artillería (de a 4 libras, pues las de 8 son llamadas “piezas dobles”) que marcharan hacia el sur para enfrentar a los realistas. La guerrilla de Olate y Lantaño estaba formada por unos 400 fusileros montados (normalmente las guerrillas realistas estaban formadas por 200 a 300 hombres voluntarios de los batallones de infantería) que luchaban a pie.
                        Cuando Benavente logró montar sus húsares y ordenar al coronel Alcázar que lo siguiera con sus dragones, ya los granaderos estaban siendo superados por el fuego realista. Los húsares se desplegaron a la derecha de la infantería y desmontaron para enfrentar una nueva carga realista junto a los pocos granaderos que permanecían en las filas. En este combate los hombres de Olate lograron capturar un cañón y lo arrastraron hacia sus filas. Si bien la carga realista fue rechazada, la superioridad numérica de su fusilería amenazaba con desbandar al resto de los granaderos y los húsares de Benavente. Alcázar mantuvo a sus dragones en retaguardia, protegidos en una barranca a media cuadra de la línea independentista (este dato me será de mucha ayuda cuando busque en terreno el lugar del combate).
                        Sin embargo, O’Higgins viendo que se prolongaba el combate empezaba a contramarchar con el resto del ejército para apoyar su retaguardia. La moral de los hombres de Benavente se mantuvo alta ante la expectativa de los refuerzos y conservaron su posición. El teniente García fue el primero en llegar con un cañón y 30 fusileros que se desplegaron a la izquierda de los granaderos y flanquearon la derecha realista sometiéndola a un fuego cruzado que compensó la inferioridad numérica independentista. Los realistas intentaron dos avances generales, pero solo llegaron a menos de 50 metros, retirándose.
                        El resto del combate está sujeto a especulación. Ni García, ni Benavente reconocen la captura del cañón, ni la persecución de los realistas que menciona Lantaño. Hemos de suponer que las pasiones han ocultado la historia: Los oficiales independentistas (carrerinos) no mencionan al teniente Barros que mandaba la compañía de granaderos. Incluso, Benavente dice que al llegar con sus húsares solo 6 a 8 granaderos se mantenían en filas (poco probable, considerando la superioridad numérica realista, esto habría significado la captura de los 2 cañones y el arrollamiento de los húsares antes de que pudieran desmontar) y que Alcázar “…fue a desplegar el valor que le es característico, media cuadra a retaguardia, protegido por un barranco.” Consideramos que Alcázar mantuvo su cuerpo montado para proteger una eventual retirada y que, al comprobar el repliegue realista, inició la persecución que obligó a Olate y Lantaño a abandonar el cañón capturado.

                        Lo que es cierto, es que el mayor Enrique Campino se negó a apoyar la retaguardia con el resto de los granaderos, lo que significó que fuera depuesto del cargo y que el cuerpo de granaderos dejara de existir, distribuyéndose sus hombres entre los otros cuerpos.