LA
CAPTURA DE JOSÉ MIGUEL CARRERA:
El 4 de marzo de 1814,
el excomandante en jefe del ejército independentista, brigadier José Miguel
Carrera Verdugo y parte de su comitiva fue capturado por una guerrilla
realista. Los eventos que lo llevaron a entregar el mando del ejército al
coronel O’Higgins y su salida de Concepción han sido ampliamente debatidos por
los historiadores, para demostrar las condiciones sociopolíticas de este
periodo de la historia de la lucha por la independencia de Chile. Sin embargo,
no se han destacado los numerosos relatos que nos entregan un interesante
cuadro del aspecto que tenía la confusa guerra de guerrillas que asolaba la
provincia de Concepción desde el levantamiento del sitio de Chillán. Este es el
momento y el sitio adecuado para extendernos al respecto:
El 1º de febrero de 1814
Carrera emitió una Orden del Día en que informaba al ejército del cambio de
mando y ordenaba a oficiales y soldados reconocer a O’Higgins como nuevo
comandante en jefe. Este llegó a asumir el cargo al día siguiente, pero no fue
capaz de impedir que la descomposición moral y disciplinaria del ejército
precipitara las deserciones y la división de la oficialidad en dos bandos
antagónicos. El 15 de febrero Carrera consideró completados todos los trámites
administrativos de la entrega de mando e inició los preparativos para volver a
Santiago, acuciado por las cada vez más frecuentes muestras de hostilidad por
parte de la oficialidad anti-carrerina, que le hacían temer un atentado contra
su vida.
El 2 de marzo el
depuesto general junto a oficiales, clérigos y civiles carrerinos, acompañados
por sus ordenanzas y sirvientes, marchaban en dirección a Penco, con la
intención de tomar el camino de la costa hasta Talca y de ahí continuar hacia
Santiago. Esta era la única vía factible, pues las guerrillas realistas,
asentadas en Chillán, dominaban todo el valle central de la provincia de
Concepción. Así y todo, el camino a seguir era inseguro y se unió a la comitiva
el alférez José Ignacio Manzano con 23 dragones.
En su Diario Militar,
Carrera menciona que le acompañaban las siguientes personas: El coronel Luis
Carrera; coronel Estanislao Portales; capitán Diego José Benavente; capitán
Juan Morla; Vicente Garretón; Toribio Rivera; Manuel Lastra; Rafael Freire; teniente
Servando Jordán; Manuel Jordán; Bernardino Pradel; Bonifacio Victoriano;
Mariano Benavente; Cirilo Cárdenas; Bartolo Araos; Juan José Fontecilla (todos
los anteriores militares, no tengo constancia clara de sus grados en esa época,
por lo que no menciono los desconocidos); fray Juan Pablo Michilot; fray
Francisco Solano; secretario Vicente Aguirre; Hipólito Toro; José Hurtado; José
Gaete; Calixto Gaete; Marcos Trigueros. Los ordenanzas: José Condé, José Uribe,
Jorónimo Peredo, Pedro Valencia, José Cornejo, Juan Araya, Nicolás Santana,
Benito Vial y José Luis (no menciona apellido). Además de criados, asistentes,
arrieros y los dragones del alférez Manzano.
Por estar enemistado Carrera
con Ramón Torres(1), comandante de la plaza de Penco, la comitiva
pernoctó en el pueblo viejo, en las casas y molino de Pedro Nogueira y las
numerosas cargas del equipaje se depositaron en la capilla. Al día siguiente
tuvieron noticias de que guerrillas realistas cubrían el paso del Itata y
decidieron mandar espías a verificar la posibilidad de seguir viaje. Mientras
esperaban el regreso de estos emisarios, los Carrera y varios miembros de la
comitiva regresaron a una fiesta a Concepción.
En su Diario Militar Carrera
plantea la posibilidad de que el despliegue realista estaba destinado a
capturarlo, debido a que sus enemigos en Concepción habían informado a Gaínza
de su partida; sin embargo, la realidad era distinta:
El Brigadier Gabino
Gaínza, luego de tomar el mando del ejército realista en Chillán, se dirigió al
campamento de Quinchamalí, donde se concentraba el grueso de sus fuerzas. En
esta posición recibió el informe de que O’Higgins había salido de Concepción
para reunirse con Mackenna en Membrillar. Para impedir esta unión, ordenó al
coronel Clemente Lantaño que con 600 hombres y 2 cañones saliera a
interceptarlo. Al día siguiente de su partida Lantaño supo que el informe era
falso y se lo comunicó a su general, quien le ordenó desplazar su división a
Coelemu. Llegando a esta localidad, se supo de la salida de Carrera de
concepción y se decidió intentar capturarlo con un golpe de mano. Para tal
efecto, Lantaño ordenó al comandante Barañao que con la caballería siguiera el
camino de la costa, mientras él seguía con la infantería por el camino real
hacia Rafael. En este pequeño villorrio, un español de Penco, de apellido Vidal
les indicó a los realistas que Carrera seguía en Penco y Lantaño pensó en
suspender la aventura, sin embargo, el teniente Lorenzo Plaza de los Reyes le
instó a persistir, para esto se dividió la fuerza en 3 agrupaciones. Dos de 50
hombres a cargo de Lantaño y reyes, con la misión de atacar penco y capturar a
Carrera respectivamente. El resto de la infantería permanecería en Rafael a las
órdenes del coronel Tomás Plá.(inició la campaña como teniente y comandante del
cuerpo de artillería de Chiloé).
Plaza de los Reyes
refiere como se formaron las partidas que marcharían contra Penco y Carrera:
“Esos debían ser voluntarios. Por eso hicieron reunir sus tropas y después de
manifestarles que querían hacer una expedición sin anunciarles de qué género,
todos los individuos de San Carlos se presentaron, mientras que no hubo más de
tres del Real de Lima… De todos estos soldados, Reyes tomó 50 sin escogerlos.
Después tenía necesidad de dos oficiales: todos los venidos de Chiloé se
presentaron, mientras que no hubo uno solo de los del Real que se excusaron
diciendo que el clima les hacía mal.”(2)
Apresurando la marcha (incluso no se permitió al cura
que los acompañaba diera la absolución a la tropa), antes del amanecer Lantaño
comenzó a atacar el fuerte de Penco, mientras Plaza de los Reyes, guiado por
Vidal, se aproximaba en silencio hacia el alojamiento de la comitiva de
Carrera.
Carrera y sus amigos
habían iniciado el regreso de su tertulia en Concepción a las 3 de la mañana
del 4 de marzo y acababan de acostarse cuando los realistas iniciaron el
ataque. A pesar de que Plaza de los Reyes dio orden de acercarse en silencio, a
un soldado se le escapó un tiro y la sorpresa se convirtió en ataque frontal.
Los ordenanzas intentaron defenderse, pero fueron rápidamente reducidos,
murieron Araya, Uribe, José Luis y el estafeta de apellido Román, quedando 7
individuos más heridos. Los dragones estaban acampados en las afueras del pueblo
para permitir pastar a la caballada y corrieron en dirección de los disparos,
pero fueron rápidamente dispersados al caer mortalmente herido el alférez
Manzano (falleció al día siguiente en Concepción).
Una vez terminado el
corto tiroteo y con los independistas que no pudieron huir rendidos y
desarmados, un hijo de Dámaso Fuentealba (guerrillero realista fusilado junto a
su yerno y sobrino) intentó dispararle a Luis Carrera, pero un voluntario de
Castro y un cabo chilote de apellido Marzan cubrieron a los prisioneros con sus
cuerpos hasta que llegó Plaza de los reyes (cuyo hermano también había sido
ajusticiado por orden de Carrera) imponiendo el orden.
La partida realista con
sus prisioneros (José Miguel y Luis Carrera, coronal Estanislao Portales, Teniente
Servando Jordán, Vicente Aguirre, José Condé, sargento Yacotar, José Miguel
Cornejo, Marcos Trigueros y un negro cocinero) y se unió a Lantaño y luego de
mantener el fuego contra el fuerte de Penco por un momento se retiraron: Plaza
de los Reyes con los Carrera y algunos prisioneros más se dirigieron
inmediatamente a Rafael, Mientras Lantaño montaba al resto de los compañeros de
Carrera y recogía el equipaje guardado en la capilla. Barañao, recién llegado a
Penco, mantenía al fuerte de Penco en observación.
Mientras, en Rafael, el coronel
Plá (Plaza de los reyes le da el grado de coronel de granaderos) hacía una
salida para enfrentar a una partida de 50 infantes de la patria que habían
desertado de Concepción para unirse a Carrera en su retirada a Santiago. Los
independentistas solo cargaban las municiones de sus cartucheras, por lo que el
combate fue de corta duración y sin consecuencias, volviendo Plá a Rafael para
recibir a los prisioneros.
Informado Gaínza del
éxito de la expedición, ordenó que Lantaño se retirara a Coelemu, mientras
enviaba al comandante Pedro Asenjo con 200 soldados a escoltar a los
prisioneros hacia su campamento en Quinchamalí. El 5 de marzo Carrera era
conducido frente al general realista que lo recibió “…sentado y con un sombrero
de paja muy grande calado hasta los ojos; delante de él estaba una pequeña
mesita y ¡la vela puesta en una cáscara de sandía! Tomamos de su orden asiento
en unas petacas y apuntó nuestros nombres.”(3) Luego de una conversación
intrascendente, se destinó a los hermanos Carrera a una carpa abierta, rodeada
por 5 centinelas. Durante la noche se alarmó el campo dos veces, al grito de
“¡A las armas!”. Aparentemente, los realistas, desconociendo las pasiones
políticas en el bando independentista temían que la división auxiliar acampada
en el campo del Membrillar intentara rescatar a los prisioneros y el alférez
Cueto, jefe de la guardia tenía orden de fusilarlos si se desencadenaba un
ataque independentista. Obviamente todas fueron falsas alarmas, pasado el
temor, Gaínza destino una pequeña escolta de 4 fusileros y algunos lanceros
para trasladar a los dos hermanos Carrera a Chillán el 7 de marzo, donde
permanecieron hasta su fuga el 13 de mayo.
Es interesante destacar
la diferencia de esta escolta, con la que resguardó a Carrera desde Rafael a
Quinchamalí, formada por un coronel y 200 fusileros. Es evidente que Gaínza
cayó en cuenta que su presa era más valorada por los realistas que por los
independentistas. Este hecho queda también en evidencia en las opiniones de los
historiadores españoles (Rodriguez Ballesteros y Torrente) que, a diferencia de
los chilenos (con la obvia excepción de Diego Benavente) consideraban a José
Miguel Carrera como el principal impulsor del esfuerzo bélico independentista.
Los hechos parecen
apoyar la impresión realista, pues después de Quechereguas, O’Higgins y McKenna
acataron la orden de la Junta de negociar con Pareja (negociaciones que
terminaron con el tratado de Lircay) en vez de destruir al ejército realista
prácticamente inerme en Talca.
Por último, si miramos
más allá de la participación de los protagonistas, si pensamos en el teatro de
operaciones, los eventos descritos nos permiten imaginar el inmenso sufrimiento
que debió soportar la población de la provincia de Concepción.
Basta pensar que los
ejércitos combatientes vivían del terreno; imaginen ustedes a tres cuerpos
realistas con un total de más de 200 hombres desplazándose a su voluntad entre
Coelemu y Penco… debían comer y alimentar a sus caballos… solo algunos
oficiales impedían que se violara a las mujeres o que se despojara a los
campesinos de las pocas pertenencias que les habían dejado otras partidas de
soldados. No había más ley que la impuesta por las armas, y esta ley nunca es
justa… Las pocas cosechas que no habían sido destruidas eran arrebatadas por
las partidas de soldados de uno u otro bando que recorrían caminos y campos. No
es difícil imaginar que los 50 desertores independentistas tuvieran una
conducta similar… quizás peor, considerando la nula disciplina que su condición
hace suponer… Y el drama solo estaba comenzando; aún faltaban 10 años más de
guerra…
Notas:
(1):
Oficial español (de origen andaluz) capturado en la fragata Thomas y que
Carrera, a instancias del cónsul Joel Poinsett empleó conservando su rango. Sin
embargo, Torres pronto tomó partido por los enemigos de Carrera.
(2)
Conversaciones históricas de Claudio Gay. Ed. Andrés Bello 1965 (pag. 31-34)
(3)
Diario de José Miguel Carrera. Ed. Quimantú 1973 (pág. 161-168)
Muy buena publicación
ResponderEliminarGracias Higginator.
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