domingo, 29 de septiembre de 2013

DONALD FEATHERSTONE Y WARGAMES DE LA PATRIA VIEJA

                        El 3 de septiembre de este año, a la edad de 95 años falleció Donald Featherstone, considerado el padre del wargame moderno. Autor de más de 75 libros de wargames e historia militar, se mantuvo activo y vigente hasta su deceso. Como prueba, pueden ver este video. Aunque grabado en 2009 da una idea de su vitalidad y pasión (ojalá yo a los 91 años tenga la capacidad física y mental para seguir con proyectos y publicando libros).
                        En mi biblioteca tengo dos de sus libros y, aunque hay varios aspectos de sus principios que no comparto, no puedo negar que me inspiraron para buscar la manera de recrear en wargames los combates de la Patria Vieja. En el apéndice de su libro “Battles with model soldiers” Escribe (traducción mía): “Nada en estas páginas es un dictamen, no se dice que las cosas se deben o debieran hacer de esta manera. Por el contrario, el libro se plantea desde su comienzo para estimular al lector a pensar por si mismo, usando lo que ha leído solo como un fundamento para obras e ideas que reflejen su propio temperamento y carácter. Solo de esta forma obtendrá la máxima satisfacción del hobby de batallar con soldados en miniatura.”
                        De esta forma, aunque Don F. no hubiese oído hablar de Yerbas Buenas o San Carlos, estimula a quien se interese en el período a adaptar o crear reglamentos de juego existentes, de tal manera que reflejen las condiciones de la guerra en Chile en 1813. Asimismo, da alas a nuestra imaginación y nos impulsa a tomar cuchillas, masillas y pinturas para modificar figuras y “vestirlas” como realistas e independistas, en fin, permite que podamos desarrollar un pasatiempo sin tener que buscar en el comercio los elementos precisos. Solo necesitamos la pasión, dedicación y la información adecuada. El resultado será el reflejo, como Don dice, de nuestro temperamento y carácter.
                        Y, como ejemplo, les muestro algunas figuras que utiliza en sus wargames Antonio Giubergia, quien tuvo la amabilidad de enviarme estas fotos.

Batallón Concepción. A izquierda compañía de granaderos.  Al centro oficial y Tambor.

Batallón Concepción, vista posterior.
Batallón de Milicias de Concepción.

Batallón de milicias Voluntarios de Castro.

Dragones de la Frontera.





sábado, 21 de septiembre de 2013

“CRÓNICA MILITAR DE LA PATRIA VIEJA” SALIÓ DE LA IMPRENTA.

                        Con la llegada de la primavera al hemisferio sur ha salido de la imprenta, ¡al fin! Mi libro: La “Crónica Militar de la Patria Vieja” ha completado su largo camino desde mi computador hasta el papel impreso. En este camino ha debido pasar por manos de revisores ortográficos, diagramadores, oficinas de Derechos de Autor e impresores. Fue transferido a diversos pendrives y CDs e impreso en blanco y negro, color y en formato de cuadernillos antes de ingresar a la máquina de impresión definitiva. En este trayecto lo único que cambió sustancialmente fue el formato. Del tamaño carta original (21.6 x 28 cms.) se redujo a 17.3 x 24 cms. ¿El motivo de esta reducción?: El gusto de los chilenos. Fueron muy enfáticos en la Editorial Salesianos al respecto: "El tamaño carta se usa para publicaciones de jardinería o recetarios de cocina." Un libro de historia o de temas “serios” se prefiere en un tamaño más manejable… Aunque no lo crean, fueron muy intransigentes al respecto. De nada valió referirse alas series de OSPREY y similares. La respuesta fue la misma: “Afuera puede que sea así. ACÁ NO.” De todas maneras, esos 4 cms. solo significaron una reducción en el tamaño de la letra, el número de páginas no aumentó y las figuras y diagramas no perdieron resolución en forma significativa.
María de los Ángeles con las primeras pruebas de imprenta.
Una última y acusiosa revisión, que significó retrasar
 en dos semanas la publicación, por falla en los márgenes
de una página.
                        Como les comenté en una entrada anterior, María de los Ángeles es la dueña de los derechos de autor y ella es la que lo venderá. Para contactarse y consultar precios, condiciones de pago y de envío, les adjunto su correo electrónico:

           beto.ediciones@gmail.com

             Para los interesados no hispano parlantes: Traté de usar un lenguaje fácil y cotidiano, pero para evitar redundancias es posible que, inevitablemente existan dificultades en la traducción. Justamente, uno de los motivos de crear este Blog fue el solucionar todos estos conflictos del idioma, ya sea resolviendo dudas puntuales, traduciendo párrafos o explicando el significado de algunas inflexiones del idioma español que no se pueden traducir literalmente al inglés. Espero que la "Crónica Militar de la Patria Vieja" pueda cumplir con las espectativas de quienes lo lean... si no es así, espero sus dudas y críticas; todas serán publicadas y contestadas hasta que el lector quede satisfecho o el autor reconozca hidalgamente que ha cometido algún error.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL 18 DE SEPTIEMBRE DE 1813

                        Hoy mi rutina para conmemorar la instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno ha sido bastante relajada: regalonear un poco en cama; un trote suave después de un desayuno viendo la inauguración de las ramadas y el Tedeum (las mismas noticias se repiten una y otra vez en todos los canales); almuerzo de empanadas con un buen tinto (Curicó es un paraíso en el que abundan las hermosas mujeres y una excelente variedad de vinos) y luego una siesta como la que dormían mis abuelos… Con María de los Ángeles hemos empezado con los arreglos hogareños de primavera y no tenemos intenciones de visitar las ramadas aún… Mientras arreglaba la maquina de cortar pasto me puse a pensar en como los chilenos celebramos nuestra “chilenidad” bailando cumbias colombianas y tomando pisco peruano (fabricado en Chile) con Coca-Cola estadounidense: la "piscola". La "chelita" es la versión nacional de la cerveza alemana. Es cierto que se ven muchas mas cuecas que en mi juventud y que el “Terremoto” (vino blanco con granadina y helado de piña) es un híbrido nacional que ha reemplazado al whisky, ron y tequila, pero así y todo me es difícil sentir que se conmemora el nacimiento de mi nación asistiendo a una fiesta que es similar a cualquiera que se realice en el país en cualquier época del año. Lo único que cambia es un poco la escenografía, pero las comidas, bebidas y bailes… siempre lo mismo. De todas maneras, y como en todas las fiestas, se pasa ¡muy bien! y, como para pasarlo bien no es siempre necesario pensar: ¡A disfrutar chilenos, que el mundo no se va a acabar, pero podría!
                        Sin embargo, antes de ir a las ramadas a perder unos cuantos miles de neuronas y células hepáticas, me traté de imaginar qué estaba pasando en el país hace 200 años y esto es lo que quiero compartir con ustedes:
                        El sábado 18 de septiembre de 1813, en el Monitor Araucano Camilo Henríquez publicó un “Discurso en el aniversario de la instalación del Nuevo Gobierno” cuyos párrafos finales fueron los siguientes:
                “Estamos en estado no sólo de aprender a ser libres, sino de pelear por la libertad, y de conquistarla. Jamás será libre un pueblo en que no resplandezca el interés: sin desinterés no hará más que pasar de tiranía en tiranía. Sin desinterés se prefiere el engrandecimiento propio al bien público; el engrandecimiento de las familias a la utilidad y gloria del Estado. Todo esto debe tratarse más extensa y detenidamente. La libertad se conquista por la fortaleza y firmeza del Gobierno unidas a la sagacidad; por la disciplina de las tropas; y por la disposición del pueblo a hacer sacrificios. Lo primero prueba carácter y grandeza de ánimo en la administración; lo segundo honor, a la fuerza armada; lo tercero generosidad, bizarría, ilustración, y pundonor popular.

                        El gobierno, más preocupado de la guerra y de como quitar el mando del ejército a la familia Carrera, trasladó las celebraciones oficiales al 22 de septiembre, día en el que la aristocracia y el pueblo de Santiago concurrieron a varios servicios religiosos durante la mañana y la tarde. También se sortearon las 50 madres, viudas e hijas de soldados caídos en acción que recibirían un socorro económico del gobierno.
                        En el sur, la guerra no mostraba indicios de una pronta resolución. El ejército independentista se recuperaba del desastroso Sitio de Chillán distribuido en tres núcleos aislados entre sí por las guerrillas realistas: El coronel Juan de Dios Vial se había retirado de Cauquenes hacia Talca, dejando a las guerrillas de Olate dueñas de los campos del sur del río Maule hasta Quirihue. En el centro, la división de Juan José Carrera se preparaba para retirarse de Quirihue y fortificarse en El Membrillar. Esta maniobra debía realizarse bajo el acoso de la guerrilla de Clemente Lantaño que extendía sus operaciones de Quirihue a Coelemu. En Hualqui, el coronel O’Higgins se mantenía en observación de la guerrilla del coronel Ildefonso Elorreaga que dominaba toda la Isla de Laja y que prolongaba sus incursiones desde Yumbel a Nacimiento. José Miguel Carrera concentraba en Concepción con los restos de la Primera División que se había retirado de Chillán. El grueso del ejército realista estaba en Chillán bajo las órdenes del coronel Juan Francisco Sánchez, quien envió al capitán del Valdivia, Manuel Lorca a ocupar La Florida, mientras los milicianos realistas de Arauco, dirigidos hábilmente por el teniente coronel de milicias Manuel Martínez, cerraban el cerco de Concepción ocupando San Pedro y toda la ribera sur del río Biobío.
                        A pesar de la comprometida situación militar, el general Carrera se dio ánimo para celebrar en Concepción “con todo el aparato posible el aniversario de nuestra regeneración” con una misa de acción de gracia en la Catedral y una cena bailable en su casa, a la que asistieron numerosos invitados de ambos sexos, quienes mantuvieron el jolgorio hasta las 8 de la mañana siguiente. A esta fiesta no pudo concurrir el teniente Bernardo Barrueta que salió con 40 fusileros a reforzar al teniente Juan Felipe Cárdenas que se retiraba de La Florida.

                        No he encontrado datos de lo que ocurría en Coquimbo, la tercera provincia de Chile, pero los abundantes donativos a la causa independentista y la lejanía de la pasiones anti-carrerinas de la capital, hacen suponer que debe haberse realizado el habitual servicio religioso y alguna cena encabezada por el gobernador coronel Tomás O’Higgins.
                 Con respecto a Valdivia y Chiloé… bueno, eran enclaves realistas, así es que el 18 de septiembre de 1813 fue un día más…

lunes, 9 de septiembre de 2013

BATALLÓN DE MILICIAS DISCIPLINADAS “VOLUNTARIOS DE CASTRO”
                        Al igual que el batallón veterano, las milicias de Chiloé fueron reestructuradas en 1807. Si bien la intención inicial era formar un regimiento con tres batallones, cada uno constituido por 9 compañías de fusileros y 1 de granaderos, las diversas circunstancias locales y económicas, sumadas a la escasa Asamblea Veterana, solo permitieron que se organizara un batallón de cinco compañías (una de granaderos) con 11 oficiales y 367 suboficiales y soldados.
                        Con la llegada del brigadier Pareja a la isla en enero de 1813, el teniente José Rodriguez Ballesteros, con grado de sargento mayor, procedió a reorganizar el batallón incluyendo a los miembros de la Asamblea Veterana de Lima que venían en la expedición. El batallón ahora con una compañía de granaderos y cinco de fusileros se embarcó rumbo a Valdivia con un total de 374 plazas (incluyendo 19 oficiales). Después de conquistar Talcahuano y de la rendición de Concepción (27 y 28 de marzo de 1813), el batallón, siempre al mando del sargento mayor Ballesteros, fue reforzado por los voluntarios del batallón veterano de Concepción, hasta alcanzar su total reglamentario de algo más de 460 hombres (66 granaderos y 77 por cada una de las 5 compañías de fusileros).
                        A pesar del duro escarmiento de Yerbas Buenas, donde el batallón sufrió el mayor peso del ataque independentista, y de su insubordinación en la ribera del Maule, los milicianos de Castro se mantuvieron fieles a su bandera, no así los soldados penquistas que desertaron en masa. En Linares el batallón reunía poco más de 330 hombres y solo hay evidencias de deserción en la quinta compañía de fusileros antes de la batalla de San Carlos. Estos infortunados se sumaron a los desertores realistas capturados durante la batalla y fusilados en el mismo campo.
                        Durante el resto de la campaña de 1813 y la campaña del otoño de 1814 los voluntarios de Castro se desempeñaron a completa satisfacción de sus oficiales, actuando como cuerpo durante los combates del sitio de Chillán o como partidas de voluntarios que integraban las guerrillas realistas, formadas por fusileros montados que hostigaban constantemente los núcleos de las fuerzas del ejército independentista. La tregua que siguió al Tratado de Lircay permitió a Gainza disciplinar a todo su ejército, logrando que las milicias chilotas alcanzaran un nivel de instrucción semejante a los cuerpos veteranos. Sin embargo los rigores de la campaña habían mermado considerablemente su número. Es así como el batallón de “Voluntarios de Castro”, que integraba la primera división del ejército de Osorio, en septiembre de 1814 sumaba menos de 270 hombres, sin embargo contaba con 22 oficiales, lo que refleja su mejor instrucción.
                        Después de la batalla de Rancagua y reconquista de Santiago, los voluntarios de Castro pasaron a guarnecer la villa de Quillota, aumentando su número con reclutas del país. En noviembre de 1814 su estado militar da un total de 393 hombres, que aumentan en abril de 1815 a 436 plazas distribuidas en una compañía de granaderos, cinco de fusileros y una plana mayor (Coronel José Rodríguez Ballesteros; Sargento mayor José Miralles, 2 ayudantes, un capellán, 4 oficiales agregados, un cabo de gastadores y 4 gastadores). Este contingente se embarcó junto a los Cazadores de Chile (una compañía) y dos compañías del batallón Valdivia rumbo a Arica, para integrarse al ejército de Pezuela en el Alto perú.
                        Los chilotes desembarcaron en Arica el 5 de junio de 1815, a las órdenes del coronel Ballesteros y llegaron el 23 de julio a Challanta donde se amalgamaron con las compañías que el Coronel Maroto había llevado del batallón Talavera a comienzos de mayo, formando el tercer batallón del regimiento Victoria con un total de 800 hombres. En esta unidad los voluntarios de Castro siguieron combatiendo en el ejército realista del Perú hasta la batalla de Ayacucho.

                        Con respecto al uniforme: No he encontrado evidencias de que las milicias de Chiloé hayan vestido algún tipo de uniforme hasta la llegada de Pareja. Este brigadier les proporcionó las piezas de uniforme traídas de Lima, consistentes en chaquetas (sin faldones) azules con vueltas y cuellos rojos y botones dorados. Los chupines y pantalones eran blancos y se cubrían con gorras cuarteleras “de plato” azules con banda roja. El calzado usado mayoritariamente era la ojota chilota con medias de lana cruda. Durante la tregua de Lircay se proporcionaron algunas chaquetas de tocuyo azules con divisa roja, pero con botones plateados, en tanto las gorras cuarteleras eran reemplazadas, como elemento distintivo del ejército realista durante el mando del coronel Sánchez por gorros de lana rojos. El batallón no disponía de capotes, ni abrigos y los soldados se protegían del frío y la lluvia con ponchos de distintas tonalidades de gris o marrón. No he investigado el período de la Reconquista en Chile, por lo que no dispongo de datos referentes al uniforme que los chilotes vistieron después de Rancagua, pero es probable que usaran las casacas azules con solapa roja capturadas a los independistas en Los Andes.
Voluntarios de Castro al inicio de la campaña de 1813, equipados con morrales de lienzo y ponchos de distintos colores terciados sobre el hombro izquierdo. 

Vista ampliada del oficial y del tambor (sin galón distintivo). Se aprecia la variedad de pantalones y ojotas marrones o polainas negras.

Sargento primero

Vista posterior