lunes, 20 de junio de 2016

LA CAPTURA DE JOSÉ MIGUEL CARRERA:
                        El 4 de marzo de 1814, el excomandante en jefe del ejército independentista, brigadier José Miguel Carrera Verdugo y parte de su comitiva fue capturado por una guerrilla realista. Los eventos que lo llevaron a entregar el mando del ejército al coronel O’Higgins y su salida de Concepción han sido ampliamente debatidos por los historiadores, para demostrar las condiciones sociopolíticas de este periodo de la historia de la lucha por la independencia de Chile. Sin embargo, no se han destacado los numerosos relatos que nos entregan un interesante cuadro del aspecto que tenía la confusa guerra de guerrillas que asolaba la provincia de Concepción desde el levantamiento del sitio de Chillán. Este es el momento y el sitio adecuado para extendernos al respecto:
                        El 1º de febrero de 1814 Carrera emitió una Orden del Día en que informaba al ejército del cambio de mando y ordenaba a oficiales y soldados reconocer a O’Higgins como nuevo comandante en jefe. Este llegó a asumir el cargo al día siguiente, pero no fue capaz de impedir que la descomposición moral y disciplinaria del ejército precipitara las deserciones y la división de la oficialidad en dos bandos antagónicos. El 15 de febrero Carrera consideró completados todos los trámites administrativos de la entrega de mando e inició los preparativos para volver a Santiago, acuciado por las cada vez más frecuentes muestras de hostilidad por parte de la oficialidad anti-carrerina, que le hacían temer un atentado contra su vida.
                        El 2 de marzo el depuesto general junto a oficiales, clérigos y civiles carrerinos, acompañados por sus ordenanzas y sirvientes, marchaban en dirección a Penco, con la intención de tomar el camino de la costa hasta Talca y de ahí continuar hacia Santiago. Esta era la única vía factible, pues las guerrillas realistas, asentadas en Chillán, dominaban todo el valle central de la provincia de Concepción. Así y todo, el camino a seguir era inseguro y se unió a la comitiva el alférez José Ignacio Manzano con 23 dragones.
                        En su Diario Militar, Carrera menciona que le acompañaban las siguientes personas: El coronel Luis Carrera; coronel Estanislao Portales; capitán Diego José Benavente; capitán Juan Morla; Vicente Garretón; Toribio Rivera; Manuel Lastra; Rafael Freire; teniente Servando Jordán; Manuel Jordán; Bernardino Pradel; Bonifacio Victoriano; Mariano Benavente; Cirilo Cárdenas; Bartolo Araos; Juan José Fontecilla (todos los anteriores militares, no tengo constancia clara de sus grados en esa época, por lo que no menciono los desconocidos); fray Juan Pablo Michilot; fray Francisco Solano; secretario Vicente Aguirre; Hipólito Toro; José Hurtado; José Gaete; Calixto Gaete; Marcos Trigueros. Los ordenanzas: José Condé, José Uribe, Jorónimo Peredo, Pedro Valencia, José Cornejo, Juan Araya, Nicolás Santana, Benito Vial y José Luis (no menciona apellido). Además de criados, asistentes, arrieros y los dragones del alférez Manzano.
                        Por estar enemistado Carrera con Ramón Torres(1), comandante de la plaza de Penco, la comitiva pernoctó en el pueblo viejo, en las casas y molino de Pedro Nogueira y las numerosas cargas del equipaje se depositaron en la capilla. Al día siguiente tuvieron noticias de que guerrillas realistas cubrían el paso del Itata y decidieron mandar espías a verificar la posibilidad de seguir viaje. Mientras esperaban el regreso de estos emisarios, los Carrera y varios miembros de la comitiva regresaron a una fiesta a Concepción. 
Este Plano de Penco corresponde a 1712, pero sirve para imaginarse aproximadamente el terreno donde ocurrieron los hechos (actualmente Penco es una ciudad mediana). El fuerte (marcado en el mapa "B") tenía el tamaño de 1/2 cuadra. Es probable que el molino de Nogueira estuviera ubicado en la manzana entre el río y la manzana marcada "C", ya que está al lado del río (fuerza motriz de los molinos de la época) y el antiguo convento de los jesuitas (donde estaba la capilla en que se guardó el equipaje)

                         En su Diario Militar Carrera plantea la posibilidad de que el despliegue realista estaba destinado a capturarlo, debido a que sus enemigos en Concepción habían informado a Gaínza de su partida; sin embargo, la realidad era distinta:
                        El Brigadier Gabino Gaínza, luego de tomar el mando del ejército realista en Chillán, se dirigió al campamento de Quinchamalí, donde se concentraba el grueso de sus fuerzas. En esta posición recibió el informe de que O’Higgins había salido de Concepción para reunirse con Mackenna en Membrillar. Para impedir esta unión, ordenó al coronel Clemente Lantaño que con 600 hombres y 2 cañones saliera a interceptarlo. Al día siguiente de su partida Lantaño supo que el informe era falso y se lo comunicó a su general, quien le ordenó desplazar su división a Coelemu. Llegando a esta localidad, se supo de la salida de Carrera de concepción y se decidió intentar capturarlo con un golpe de mano. Para tal efecto, Lantaño ordenó al comandante Barañao que con la caballería siguiera el camino de la costa, mientras él seguía con la infantería por el camino real hacia Rafael. En este pequeño villorrio, un español de Penco, de apellido Vidal les indicó a los realistas que Carrera seguía en Penco y Lantaño pensó en suspender la aventura, sin embargo, el teniente Lorenzo Plaza de los Reyes le instó a persistir, para esto se dividió la fuerza en 3 agrupaciones. Dos de 50 hombres a cargo de Lantaño y reyes, con la misión de atacar penco y capturar a Carrera respectivamente. El resto de la infantería permanecería en Rafael a las órdenes del coronel Tomás Plá.(inició la campaña como teniente y comandante del cuerpo de artillería de Chiloé).
                        Plaza de los Reyes refiere como se formaron las partidas que marcharían contra Penco y Carrera: “Esos debían ser voluntarios. Por eso hicieron reunir sus tropas y después de manifestarles que querían hacer una expedición sin anunciarles de qué género, todos los individuos de San Carlos se presentaron, mientras que no hubo más de tres del Real de Lima… De todos estos soldados, Reyes tomó 50 sin escogerlos. Después tenía necesidad de dos oficiales: todos los venidos de Chiloé se presentaron, mientras que no hubo uno solo de los del Real que se excusaron diciendo que el clima les hacía mal.”(2)
                        Apresurando la marcha (incluso no se permitió al cura que los acompañaba diera la absolución a la tropa), antes del amanecer Lantaño comenzó a atacar el fuerte de Penco, mientras Plaza de los Reyes, guiado por Vidal, se aproximaba en silencio hacia el alojamiento de la comitiva de Carrera.
                        Carrera y sus amigos habían iniciado el regreso de su tertulia en Concepción a las 3 de la mañana del 4 de marzo y acababan de acostarse cuando los realistas iniciaron el ataque. A pesar de que Plaza de los Reyes dio orden de acercarse en silencio, a un soldado se le escapó un tiro y la sorpresa se convirtió en ataque frontal. Los ordenanzas intentaron defenderse, pero fueron rápidamente reducidos, murieron Araya, Uribe, José Luis y el estafeta de apellido Román, quedando 7 individuos más heridos. Los dragones estaban acampados en las afueras del pueblo para permitir pastar a la caballada y corrieron en dirección de los disparos, pero fueron rápidamente dispersados al caer mortalmente herido el alférez Manzano (falleció al día siguiente en Concepción).
                        Una vez terminado el corto tiroteo y con los independistas que no pudieron huir rendidos y desarmados, un hijo de Dámaso Fuentealba (guerrillero realista fusilado junto a su yerno y sobrino) intentó dispararle a Luis Carrera, pero un voluntario de Castro y un cabo chilote de apellido Marzan cubrieron a los prisioneros con sus cuerpos hasta que llegó Plaza de los reyes (cuyo hermano también había sido ajusticiado por orden de Carrera) imponiendo el orden.
                        La partida realista con sus prisioneros (José Miguel y Luis Carrera, coronal Estanislao Portales, Teniente Servando Jordán, Vicente Aguirre, José Condé, sargento Yacotar, José Miguel Cornejo, Marcos Trigueros y un negro cocinero) y se unió a Lantaño y luego de mantener el fuego contra el fuerte de Penco por un momento se retiraron: Plaza de los Reyes con los Carrera y algunos prisioneros más se dirigieron inmediatamente a Rafael, Mientras Lantaño montaba al resto de los compañeros de Carrera y recogía el equipaje guardado en la capilla. Barañao, recién llegado a Penco, mantenía al fuerte de Penco en observación.
Mapa de GoogleEarth, editado con Photoshop. Se conservan las numeraciones de las carreteras actuales para orientación si se desea recorrer la zona y comprobar lo montuoso del terreno (más fácil es revisar la imagen con mayor acercamiento en GoogleEarth). Las banderas marcan el campamento de Membrillar (independentista) y Quinchamalí (realista). En líneas cortadas azules las aproximaciones a Penco de Lantaño y  Barañao (camino de la costa). En línea punteada el recorrido de los prisioneros hasta Quinchamalí. La línea punteada verde es la probable ruta de los Infantes de la Patria, los sables cruzados marcan su encuentro con los hombres de Plá.

                        Mientras, en Rafael, el coronel Plá (Plaza de los reyes le da el grado de coronel de granaderos) hacía una salida para enfrentar a una partida de 50 infantes de la patria que habían desertado de Concepción para unirse a Carrera en su retirada a Santiago. Los independentistas solo cargaban las municiones de sus cartucheras, por lo que el combate fue de corta duración y sin consecuencias, volviendo Plá a Rafael para recibir a los prisioneros.
                        Informado Gaínza del éxito de la expedición, ordenó que Lantaño se retirara a Coelemu, mientras enviaba al comandante Pedro Asenjo con 200 soldados a escoltar a los prisioneros hacia su campamento en Quinchamalí. El 5 de marzo Carrera era conducido frente al general realista que lo recibió “…sentado y con un sombrero de paja muy grande calado hasta los ojos; delante de él estaba una pequeña mesita y ¡la vela puesta en una cáscara de sandía! Tomamos de su orden asiento en unas petacas y apuntó nuestros nombres.”(3) Luego de una conversación intrascendente, se destinó a los hermanos Carrera a una carpa abierta, rodeada por 5 centinelas. Durante la noche se alarmó el campo dos veces, al grito de “¡A las armas!”. Aparentemente, los realistas, desconociendo las pasiones políticas en el bando independentista temían que la división auxiliar acampada en el campo del Membrillar intentara rescatar a los prisioneros y el alférez Cueto, jefe de la guardia tenía orden de fusilarlos si se desencadenaba un ataque independentista. Obviamente todas fueron falsas alarmas, pasado el temor, Gaínza destino una pequeña escolta de 4 fusileros y algunos lanceros para trasladar a los dos hermanos Carrera a Chillán el 7 de marzo, donde permanecieron hasta su fuga el 13 de mayo.
                        Es interesante destacar la diferencia de esta escolta, con la que resguardó a Carrera desde Rafael a Quinchamalí, formada por un coronel y 200 fusileros. Es evidente que Gaínza cayó en cuenta que su presa era más valorada por los realistas que por los independentistas. Este hecho queda también en evidencia en las opiniones de los historiadores españoles (Rodriguez Ballesteros y Torrente) que, a diferencia de los chilenos (con la obvia excepción de Diego Benavente) consideraban a José Miguel Carrera como el principal impulsor del esfuerzo bélico independentista.
                        Los hechos parecen apoyar la impresión realista, pues después de Quechereguas, O’Higgins y McKenna acataron la orden de la Junta de negociar con Pareja (negociaciones que terminaron con el tratado de Lircay) en vez de destruir al ejército realista prácticamente inerme en Talca.
                        Por último, si miramos más allá de la participación de los protagonistas, si pensamos en el teatro de operaciones, los eventos descritos nos permiten imaginar el inmenso sufrimiento que debió soportar la población de la provincia de Concepción.
                        Basta pensar que los ejércitos combatientes vivían del terreno; imaginen ustedes a tres cuerpos realistas con un total de más de 200 hombres desplazándose a su voluntad entre Coelemu y Penco… debían comer y alimentar a sus caballos… solo algunos oficiales impedían que se violara a las mujeres o que se despojara a los campesinos de las pocas pertenencias que les habían dejado otras partidas de soldados. No había más ley que la impuesta por las armas, y esta ley nunca es justa… Las pocas cosechas que no habían sido destruidas eran arrebatadas por las partidas de soldados de uno u otro bando que recorrían caminos y campos. No es difícil imaginar que los 50 desertores independentistas tuvieran una conducta similar… quizás peor, considerando la nula disciplina que su condición hace suponer… Y el drama solo estaba comenzando; aún faltaban 10 años más de guerra…

Notas:
(1): Oficial español (de origen andaluz) capturado en la fragata Thomas y que Carrera, a instancias del cónsul Joel Poinsett empleó conservando su rango. Sin embargo, Torres pronto tomó partido por los enemigos de Carrera.
(2) Conversaciones históricas de Claudio Gay. Ed. Andrés Bello 1965 (pag. 31-34)

(3) Diario de José Miguel Carrera. Ed. Quimantú 1973 (pág. 161-168)