martes, 21 de junio de 2022

 

Mi Despedida…

             La Guerra de Ucrania ha sido el último clavo que cierra el cajón de la historia militar para mí.

            Los fieles (pacientes y comprensivos) seguidores de este Blog han podido intuir que, a pesar de mi interés por los temas militares y la historia, mi relación con la guerra ha estado siempre limitada por el aspecto sangriento y cruel de la batalla. Si bien siempre se sobrepuso la admiración por el coraje individual, la agudeza táctica y la astucia unida a la determinación que significaban un triunfo de estas virtudes sobre el mero empleo de la fuerza bruta. No era raro que tuviera espasmos de rebeldía y desagrado el constatar que muchas veces el sacrificio en aras del deber, honor o patriotismo, terminaba en el bolsillo de unos pocos aprovechadores o simplemente en el olvido. Sin embargo, traté de eliminar esa desagradable sensación de injusticia mostrando, a quien me quisiera escuchar, todo lo que un ser humado debe superar para presentarse en una batalla… lo que ocurra después no importa; da lo mismo si corre hacia las balas o se queda escondido… eso dependerá de sus instintos o reacciones automáticas. El hecho de caminar junto a sus camaradas hacia un peligro inminente es lo que diferenció a los soldados del siglo 19 de los chilenos del siglo 20 y 21. Si, si, hay excepciones, pero son eso: excepciones que no permiten al resto sopesar en su real magnitud el sacrificio… El Sacrificio con mayúscula, de unirse a un ejército y marchar a la batalla.

Tenía la esperanza de que si valorábamos en su justa medida las luchas del siglo 19, podríamos apreciar mejor y defender las comodidades del siglo 20, esforzándonos por superarnos como sociedad y honrar a quienes abandonaron sus comodidades para legarnos un mundo mejor… equivocados o no, lo hicieron con convicción y nosotros, los afortunados que vivimos años de paz y progreso, deberíamos cuidar su legado con esfuerzo y perseverancia (la palabra sacrificio, en este contexto, suena obscena).

            Ya la pandemia demostró que estamos tan apegados a una vida cómoda, que fácilmente renunciamos a principios básicos de solidaridad humana, argumentando que se atenta contra nuestros derechos, derechos ganados por nuestros ancestros, de los que renegamos… tampoco somos capaces de soportar privaciones, formando parte de un esfuerzo común, en aras de un futuro mejor. En la historia de todos los países del mundo hay ejemplos de grupos de soldados que han realizado acciones que nos demuestran cómo superar situaciones extremas saliendo con la frente en alto. ¿Cuántos de los que están leyendo pueden, honestamente, sentirse orgullosos de cómo han enfrentado esta pandemia?.

            El llamado del Presidente Zelensky a los hombres de 18 a 60 años a hacer frente a la “Operación Militar” de Putin evidenció que ya estoy viejo para defender mi país. Tampoco puedo seguir el impulso automático que sentí de ofrecerme para ayudar (¿qué podría hacer un médico internista de 63 años en un hospital de campaña?), me limité a dejarme la barba como homenaje al presidente que no abandonó a su pueblo y descuidó su apariencia personal ante preocupaciones menos superfluas. Al igual que Zelenski, Putin cree que está haciendo lo mejor para su pueblo. Esa es la paradoja de la guerra, ambos bandos creen estar en lo correcto y, al final, ambos han cometido errores que los llevan a un camino que queda plagado de cadáveres, dolor y odio… Al final, los triunfadores serán los que nada han sacrificado y aprovecharán las oportunidades que surjan cuando la masacre termine. Mientras, soldados rusos y ucranianos darán lo mejor de sí, sufrirán por igual los rigores de la lucha y compartirán la suerte de sus camaradas. El bando triunfante castigará los crímenes de guerra del perdedor y ocultará los propios, pero las victimas de dichos crímenes sólo serán estadísticas que se sumarán a las de guerras anteriores y aquellas por venir… a menos que, de una vez por todas, aprendamos de la historia y comprendamos que ese no es el camino.

            Estimados, he terminado con la Historia Militar, me doy por vencido. Pero mantengo la esperanza de que quienes todavía tengan fuerza y convicción en que a través del Recreacionismo, el Wargame y el Modelismo Militar se puede concientizar a la gente de la verdadera naturaleza de la guerra, perseveren en sus afanes.

            Pensando en ustedes, he decidido vender mi colección de figuras, materiales y herramientas. Las he estado embalando en paquetes que serán ofrecidos en próximas entradas.