jueves, 17 de septiembre de 2020

 MORRIÓN Y COLETO… Y TODO LO DEMÁS

                        Enfrentando la “tarea” (entre comillas, porque no es una obligación) de recrear las milicias de caballería durante la Patria Vieja, tuve que respirar hondo, borrar de mi mente el fatal número 45 mínimo y dividirlo en cifras más amigables: Dado la heterogeneidad de su composición, decidí analizar su organización para parcelar el “trabajo” (dito). En primer lugar, algunos oficiales, músicos y sargentos deberán llevar el uniforme de la Asamblea de Caballería, es decir: Uniforme de dragones con sus divisas correspondientes a la Asamblea; las milicias de Santiago (ciudad y provincia en general) deberán mezclar el uniforme de milicias de 1792, con vestimentas civiles campesinas y citadinas. Esta vez voy a superar la tentación de incluir los antiguos uniformes rojos del regimiento de la Princesa. Por último, las milicias de la provincia de Concepción vestían aún el morrión y coleto (en la “Cronica…” expongo los antecedentes históricos de su uso en esta época). Tenemos entonces 4 tipos de tenidas diferentes, por lo tanto, se pueden confeccionar 4 grupos de 12 figuras cada uno.

                        Una vez definido el grueso del objetivo, he optado por empezar por los milicianos de Concepción, con sus morriones y coletos: Los morriones se describen como cascos redondos, con una pequeña cimera de metal, visera y cubrenuca. Posiblemente, algunos tengan la larga pluma roja en su parte anterior. El coleto es un poco más difícil de interpretar para su uso sobre un caballo. Se describe como confeccionado de cuero de vaca con una sección delantera y otra posterior. Gay lo dibuja como un delantal que cubre casi hasta la rodilla, lo que es practicable para la infantería… pero un jinete estaría muy incómodo sobre la montura con una pieza semirígida entre las piernas. ¿Cómo eran?.

                        Los Dragones de Cuera mexicanos (cuera es sinónimo de coleto) usaban una prenda abierta al medio desde el cuello hasta los muslos, por lo que, ceñida por una faja, permitía permanecer cerrada sobre el pecho y se abría junto a los muslos al montar el caballo. Sin embargo la cuera chilena aparentemente era distinta, probablemente por la influencia de la armadura corporal usada por los mapuches. Estos usaban morriones y corazas confeccionados con cuero de lobos marinos endurecidos. Algunos usaban la coraza hasta la cintura y otros (como un  pehuenche descrito por José María de la Cruz) hasta los muslos, aunque, según el cronista, sus movimientos quedaban muy limitados. Viendo que la lanza no penetraba el cuero endurecido, españoles y chilenos copiaron esta armadura, pero ¿cómo solucionaban el problema de la montura?. La solución es simple: con un corte al medio hasta la cintura. Este expediente fue usado durante el siglo XVII y nos parece que apoya nuestras suposiciones. A continuación imágenes que grafican lo explicado:

 

 

Dragón de cuera mexicano
Este es un detalle del Parlamento de Negrete de Claudio Gay que muestra los morriones y coletos de las milicias de infantería (las lanzas son de 2 mts)

¡Atención recreacionistas! Esta es una reconstrucción de una coraza de piel de lobo marino. El detalle del cinturón de fijación y la sobreposición de la parte delantera sobre la trasera se ven claramente, así como la marca de la separación anterior.



El coleto de Gustavo Adolfo de Suecia, muestra como se amplían los faldones para facilitar el montar a caballo, manteniendo la protección de los muslos.

                        Los pantalones llegaban a la rodilla y la variedad de botas de montar iban desde los pies descalzos, con estribo de argolla para el dedo gordo del pie (a la usanza  mapuche) en ocasiones con botas de potro, quizás no tan populares como entre los gauchos argentinos. Hasta las botas de cuero de carnero o cordero… hay para elegir. Los estribos también son variados: argollas, tablas de madera perforada, estribos de metal tipo campana, jaula o capacho y estribos de madera “hocico de chancho”, capacho, triangulares o “acalabazados”. Los aperos de los caballos simples: Cabezadas finas (sin el jaquimón de las caballerías europeas) con botones de cuero, raro era el uso de hebillas o guarniciones de metal, aunque muy preciadas ya que conferían un alto estatus. Las monturas amplias con varias capas de pellones, sin cólera, ni pechera. En general, deberé destinar algún tiempo a despojar los caballos de los set de caballería napoleónica de sus aperos europeos y usar mucho Green stuff.


Las botas de cuero de potro.

                        Las armas eran mayoritariamente lanzas de 3 mts (4,2 cms. en escala 1/72), con algunos machetes (los cuchilleros de Muñoz de Guzmán) y muy pocos mosquetes o tercerolas de propiedad particular de quienes las portaban.

                        He elegido las figuras de Imex 515 “Mexican cavalry at the Alamo” que ya vienen con morrión (las figuras son distintas a la imagen de la caja) al que sólo hay que rebajar la cimera. Vienen 6 lanceros, 1 portaestandarte, que se convertirá en lancero. De las 4 figuras con sable, una será sargento, otra tambor y 2 se convertirán en lanceros. El oficial usará uniforme de 1792. Voy a dejar hecho un miliciano con mosquete… por si acaso.

                        Los caballos de Imex son muy feos y grandes para la escala, sobre todo si queremos representar caballos chilenos, por lo tanto usaré los caballos del set 6007 de Italeri “Prussian Cuirassiers” Este set es muy bonita y siempre lo miraba con pena, porque sus uniformes son de 1806 y yo me dedico a los uniformes de 1812 en adelante. Pensaba que no los usaría nunca. Ahora ya tendrán salida… al menos los caballos y las cabezas con bicornio que son los que usaban dragones y oficiales de milicias.

Estas son las figuras. En una próxima (espero) entrada mostraré el trabajo con green stuff para esculpir los coletos y la modificación de los aperos de los caballos.

                            Y eso sería todo por el momento. Que pasen un feliz y tranquilo 18. ¡Cuídense y no se achoclonen! Aprovechemos esta pandemia y el aislamiento obligatorio para no embotar nuestros sentidos con alcohol y música estridente. Es el momento de la introspección y tratar de vivenciar la valentía de quienes desafiaron a un Imperio para ser los rectores de su propio destino. Brindemos por ellos... no por nosostros.


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