miércoles, 1 de abril de 2015

ENSEÑANDO HISTORIA MILITAR:
                        El 29 de marzo este Blog cumplió 2 años de existencia… Si, ya sé, la primera entrada, o la “inauguración” fue el 3 de marzo de 2013, pero eso fue porque le pedí a una hija que me lo confeccionara, con una introducción que le dicté… yo empecé a subir entradas el 29 de marzo y desde entonces ha sido visitado casi 4.700 veces. El “Flag Counter” lo instalé algunos meses después, así es que no puedo sacar muchas conclusiones, pero al parecer esas 4.700 visitas corresponden a poco más de 2.600 personas.
                        Aunque Javiera, mi hija mayor, me dice que para Internet es muy poco y me muestra su Blog de recetas de galletas caseras con más de 250.000 visitas en un año. Tampoco se puede comparar con el Blog de mi amigo Alfons Cánovas, que tiene casi 4 millones de visitas en menos de 6 años. Sin embargo, yo sinceramente creo que es un buen número de visitas considerando que es un Blog en español y que el tema es bastante acotado, dentro de la historia militar de la independencia americana, que ha despertado el interés mayoritariamente en los angloparlantes.
                        Y aquí surge una pregunta: ¿Porqué a los latinoamericanos nos importa tan poco nuestra historia militar? Este fenómeno es especialmente notorio en Chile y creo que la razón, sin temor a equivocarme, se encuentra en dos fenómenos: Primero: La larga y reciente dictadura militar que dejó a un importante sector de la población con anticuerpos contra todo lo que tenga que ver con fuerzas armadas, mientras que otro sector de la población, con evidente sentimiento de culpa, trata de hacer alarde de un antimilitarismo o “pacifismo” que repite como slogans mal meditados, para que no se les confunda con los “colaboradores de la dictadura”. El segundo fenómeno, es más antiguo y se refiere a la pésima educación histórica que se ofrece en la enseñanza básica y media nacional (fenómeno transversal). Los programas de estudio repiten en todos los niveles la caricatura Holliwoodense de la guerra de independencia, en que los buenos (pero buenos, buenos) patriotas chilenos, pobres y esforzados derrotaron a los malos (pero malos, remalos) realistas españoles ricos y aprovechadores. Cualquier alumno que profundiza un poco en el tema empieza a ver que la cosa no es tan simple, pero como lo importante es la nota, prefiere aprenderse de memoria los textos del Ministerio de Educación (Plagados de errores, no sé quién los revisa) y termina por considerar que la historia es lo más aburrido que hay…
                        Una anécdota para ejemplificar lo pobre de nuestra educación y las implicancias que esto tiene: En una reunión familiar conocí a una joven señora, profesional universitaria. Por algún motivo la conversación llegó a un punto en que le conté que mi tatarabuelo a los 13 años acompañó a su padre al exilio en la isla de Juan Fernández en 1815. La señora abrió los ojos con sorpresa y comentó admirada: “¿Cómo?, ¿En esa época también habían exiliados?, yo pensaba que los únicos exiliados eran los que había echado Pinochet…”
                        Si no sabemos historia, no podemos aprender del pasado y, si no aprovechamos las experiencias de nuestros predecesores, repetimos una y otra y otra vez los mismos errores. Es posible que si la guerra de independencia se hubiera enseñado como lo que fue: Una guerra civil, en la que chilenos de ambos bandos perdieron todo, para ganar nada, y que la nación solo pudo organizarse después de dos guerras civiles más; los chilenos habríamos comprendido que se deben buscar mejores maneras de negociar las diferencias. También es posible que así nos hubiésemos evitado las guerras civiles de 1841, 1851, 1859, 1891 y las dictaduras del siglo XX.
                        En los textos escolares se describen voluntarios que marchan orgullosos y felices a defender su bandera, pero se ocultan los enganches forzosos y la necesidad de embriagar a los soldados para entrar en combate. Los héroes mueren dichosos, en brazos de sus camaradas animándolos al sacrificio por la patria con su último aliento, pero nadie imagina al soldado anónimo que se desangra con una pierna arrancada y que gasta sus últimas fuerzas en ahuyentar a un perro que se come su miembro amputado a pocos metros de él… Ya lo he comentado en otra entrada, la guerra es terrible con imágenes de horror y destrucción, pero también exalta los valores que distinguen al ser humano del resto de los animales. Ambos aspectos deben ser enseñados, para que cada quien se forme una visión realista y pueda comprender los motivos que impulsan a los humanos a luchar y cometer tantas atrocidades. Comprendiendo se puede prevenir…
                        Creo que la historia militar se debe enseñar en forma realista, dinámica y entretenida. Una de las muchas cosas que me llamaron la atención en Europa fue la cantidad de niños (no adolescentes, niños) que visitaban los museos militares con sus profesores, vean las siguientes fotos:
 
En el Museo del Ejército de París la profesora les explica a sus alumnos la participación de los taxistas en la batalla del Marne durante la Gran Guerra. Para los franceses esta guerra fue mucho más catastrófica que la IIGM y las imágenes de la guerra de trincheras son sobrecogedoras... que envidia poder aprender así... y con esa profesora...

En el Museo Militar de Viena un profesor les muestra a sus alumnos las armas empleadas en la Guerra de los 30 años. Guerra que asoló el centro de Europa con el salvajismo de las conflagraciones religiosas. estos niños podrán tener una idea más realista del conflicto.

En medio de la sala de armaduras del Museo de Viena está este recinto que se arrienda para cumpleaños infantiles... ¡Brillante idea para acercar a los niños a la historia!, La pregunté al guardia si los niños hacían algún destrozo... sonrió y me contestó "hay alguien cuidando, pero no es necesario, nunca hemos tenido problemas"... ¡Otra cultura!

                         Esa es una buena manera de introducir al niño en la historia, también se pueden hacer proyectos de recreación o desarrollar wargames que estimulen el trabajo en equipo investigando uniformes, tipos de armas y manera de luchar. Todos los wargamers hemos experimentado la desesperación de no poder evitar ver una unidad destrozada, porque el reglamento nos impide ponerla a salvo… y esa desesperación se transforma en pena al retirar del tablero a soldados que hemos pintado con dedicación y cariño. Estas emociones tarde o temprano harán que el niño medite en profundidad el significado de la guerra, el heroísmo, sacrificio, muerte y destrucción.

                 Enseñemos historia militar para evitar las guerras. En Europa así lo hacen y sus ciudadanos son bastante responsables al momento de apoyar o rechazar a sus gobiernos en el empleo de sus fuerzas armadas.

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