ENSEÑANDO HISTORIA MILITAR:
El 29 de marzo este Blog cumplió 2 años de
existencia… Si, ya sé, la primera entrada, o la “inauguración” fue el 3 de
marzo de 2013, pero eso fue porque le pedí a una hija que me lo confeccionara,
con una introducción que le dicté… yo empecé a subir entradas el 29 de marzo y
desde entonces ha sido visitado casi 4.700 veces. El “Flag Counter” lo instalé
algunos meses después, así es que no puedo sacar muchas conclusiones, pero al
parecer esas 4.700 visitas corresponden a poco más de 2.600 personas.
Aunque Javiera, mi hija mayor, me dice que para
Internet es muy poco y me muestra su Blog de recetas de galletas caseras con
más de 250.000 visitas en un año. Tampoco se puede comparar con el Blog de mi
amigo Alfons Cánovas, que tiene casi 4 millones de visitas en menos de 6 años.
Sin embargo, yo sinceramente creo que es un buen número de visitas considerando
que es un Blog en español y que el tema es bastante acotado, dentro de la
historia militar de la independencia americana, que ha despertado el interés
mayoritariamente en los angloparlantes.
Y aquí surge una pregunta: ¿Porqué a
los latinoamericanos nos importa tan poco nuestra historia militar? Este
fenómeno es especialmente notorio en Chile y creo que la razón, sin temor a
equivocarme, se encuentra en dos fenómenos: Primero: La larga y reciente
dictadura militar que dejó a un importante sector de la población con
anticuerpos contra todo lo que tenga que ver con fuerzas armadas, mientras que
otro sector de la población, con evidente sentimiento de culpa, trata de hacer
alarde de un antimilitarismo o “pacifismo” que repite como slogans mal
meditados, para que no se les confunda con los “colaboradores de la dictadura”.
El segundo fenómeno, es más antiguo y se refiere a la pésima educación
histórica que se ofrece en la enseñanza básica y media nacional (fenómeno
transversal). Los programas de estudio repiten en todos los niveles la
caricatura Holliwoodense de la guerra de independencia, en que los buenos (pero
buenos, buenos) patriotas chilenos, pobres y esforzados derrotaron a los malos
(pero malos, remalos) realistas españoles ricos y aprovechadores. Cualquier
alumno que profundiza un poco en el tema empieza a ver que la cosa no es tan
simple, pero como lo importante es la nota, prefiere aprenderse de memoria los
textos del Ministerio de Educación (Plagados de errores, no sé quién los
revisa) y termina por considerar que la historia es lo más aburrido que hay…
Una anécdota para ejemplificar lo pobre de
nuestra educación y las implicancias que esto tiene: En una reunión familiar
conocí a una joven señora, profesional universitaria. Por algún motivo la
conversación llegó a un punto en que le conté que mi tatarabuelo a los 13 años
acompañó a su padre al exilio en la isla de Juan Fernández en 1815. La señora
abrió los ojos con sorpresa y comentó admirada: “¿Cómo?, ¿En esa época también
habían exiliados?, yo pensaba que los únicos exiliados eran los que había
echado Pinochet…”
Si no sabemos historia, no podemos aprender
del pasado y, si no aprovechamos las experiencias de nuestros predecesores, repetimos
una y otra y otra vez los mismos errores. Es posible que si la guerra de
independencia se hubiera enseñado como lo que fue: Una guerra civil, en la que
chilenos de ambos bandos perdieron todo, para ganar nada, y que la nación solo
pudo organizarse después de dos guerras civiles más; los chilenos habríamos
comprendido que se deben buscar mejores maneras de negociar las diferencias.
También es posible que así nos hubiésemos evitado las guerras civiles de 1841,
1851, 1859, 1891 y las dictaduras del siglo XX.
En los textos escolares se describen
voluntarios que marchan orgullosos y felices a defender su bandera, pero se
ocultan los enganches forzosos y la necesidad de embriagar a los soldados para
entrar en combate. Los héroes mueren dichosos, en brazos de sus camaradas
animándolos al sacrificio por la patria con su último aliento, pero nadie
imagina al soldado anónimo que se desangra con una pierna arrancada y que gasta
sus últimas fuerzas en ahuyentar a un perro que se come su miembro amputado a
pocos metros de él… Ya lo he comentado en otra entrada, la guerra es terrible
con imágenes de horror y destrucción, pero también exalta los valores que
distinguen al ser humano del resto de los animales. Ambos aspectos deben ser
enseñados, para que cada quien se forme una visión realista y pueda comprender
los motivos que impulsan a los humanos a luchar y cometer tantas atrocidades.
Comprendiendo se puede prevenir…
Creo que la historia militar se debe enseñar
en forma realista, dinámica y entretenida. Una de las muchas cosas que me
llamaron la atención en Europa fue la cantidad de niños (no adolescentes, niños)
que visitaban los museos militares con sus profesores, vean las siguientes
fotos:
Esa es una buena manera de introducir al niño
en la historia, también se pueden hacer proyectos de recreación o desarrollar wargames que estimulen el trabajo en equipo investigando uniformes, tipos de
armas y manera de luchar. Todos los wargamers hemos experimentado la
desesperación de no poder evitar ver una unidad destrozada, porque el
reglamento nos impide ponerla a salvo… y esa desesperación se transforma en
pena al retirar del tablero a soldados que hemos pintado con dedicación y
cariño. Estas emociones tarde o temprano harán que el niño medite en profundidad
el significado de la guerra, el heroísmo, sacrificio, muerte y destrucción.
Enseñemos historia militar para evitar las
guerras. En Europa así lo hacen y sus ciudadanos son bastante responsables al
momento de apoyar o rechazar a sus gobiernos en el empleo de sus fuerzas
armadas.
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